jueves, 24 de marzo de 2011

Rosario Ibarra, promotora de la unidad


FERNANDO ACOSTA RIVEROS

Rosario Ibarra de Piedra fue reconocida hace 30 años como una distinguida luchadora social que aportaba a la causa de los derechos humanos. Los dirigentes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) decidieron que fuera su candidata a la presidencia de la república. Era el año de 1981 y los integrantes del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desparecidos y Exiliados Políticos, continuaban exigiendo al gobierno que diera respuesta sobre los desaparecidos, entre quienes destacaba Jesús Piedra Ibarra.

Édgar Sánchez, Manuel Aguilar Mora y Pedro Peñaloza, dirigentes del PRT, consideraron que Rosario Ibarra de Piedra era representativa de la unidad de la izquierda por su destacada participación en el Frente Nacional contra la Represión. Igualmente los compañeros del Partido Comunista expresaron entonces su simpatía por la también fundadora del comité Eureka.

Durante las últimas tres décadas doña Rosario ha defendido las mejores causas políticas y sociales del pueblo mexicano. Ha exigido la libertad para los presos políticos, ha demandado el respeto a los derechos de los indígenas en Chiapas, ha propuesto el esclarecimiento de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; denunció ante el mundo el fraude electoral cometido por el gobierno de Vicente Fox Quesada en 2006; participó como asesora en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México e integró la Comisión Civil de Seguimiento de las Negociaciones entre los trabajadores electricistas y el gobierno federal en el pasado año 2010, entre otras actividades solidarias.

Desde sus cargos políticos en el PRT y los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT), ha ampliado la lucha contra la represión y por el respeto a los derechos de los ciudadanos, sobre todo de los más vulnerables en México, los pobres. En este mes de marzo de 2011 cuando todavía hay sectores de la izquierda que buscan la unidad, el ejemplo de Rosario Ibarra fortalece dicha búsqueda.

En el mes de febrero del 2006 cuando las campañas políticas estaban en su esplendor, doña Rosario, acompañaba las propuestas de Andrés Manuel López Obrador. Durante un descanso y a propósito del Día del Amor y la Amistad, escribió las siguientes palabras: “Ojalá el amor y la amistad se den a manos llenas, para tratar de borrar de la faz de la tierra el horror de la tortura que San Valentín sufrió y que segó su vida, y que hasta estos llamados nuestros días no ha cesado”.

La detención y posterior desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra en abril de 1975 convirtió a doña Rosario en una activista por la vida y por la justicia. Desde entonces ha trabajado en aras de la dignidad humana, la honestidad administrativa y política, la justicia social y la transparencia. En las labores humanitarias con los presos políticos se trabaja sin sectarismos de partidos, grupos o líneas. Ahí se aprende a fortalecer la unidad, porque se vive cotidianamente.

El actual sistema económico y político que oprime a los mexicanos alimenta el desamor y la desesperanza. Un gobierno espurio, el de Felipe Calderón, decidió hacer una guerra, llamándola también “combate al crimen organizado”. Esas acciones se realizan para intimidar a la población y confundirla. Los familiares de 34 mil mexicanos muertos durante los últimos cuatro años deben exigir un ¡basta ya! a las autoridades insensibles.

Así como doña Rosario Ibarra ha demandado ante el mundo la desaparición de presos políticos y se ha vinculado a la Asociación de Familiares de Desaparecidos de los países de nuestra América, otros ciudadanos y sectores oprimidos de México deben entablar una demanda penal internacional contra el actual gobierno por los daños causados a la población. Reclamar ante el mundo por el luto y el dolor que no tienen precio. El régimen mexicano ha puesto precio a las vidas de los pobres. Sabemos que se inspira en las leyes del mercado, las mismas que deslumbran a Barack Obama y al monarca de Arabia Saudita, para quienes un barril de petróleo vale más que un ser humano.

El sacrificio de Jesús Piedra Ibarra, luchador social, conocido como Rafael en las filas de la Liga Comunista 23 de Septiembre, desaparecido hace casi 36 años, así como el de muchos patriotas, hombres y mujeres que fueron apresados, torturados y asesinados, no pueden ser olvidados. Es necesario que las nuevas generaciones conozcan la vida y los ideales de estos mártires mexicanos que lucharon por un país para muchos. Los que se los llevaron y desaparecieron trabajan por un país para pocos.

“¿Hay que esperar 16 mil muertos más para hacer algo?”, preguntaba el subcomandante Marcos en una carta dirigida a Luis Villoro, recientemente. ¿Habrá que esperar el ascenso de otro gobierno neoliberal, para buscar la unidad de la izquierda y los sectores progresistas de México? En la vida ejemplar de la compañera Rosario Ibarra de Piedra, hay una respuesta.

Fuente: La Jornada de Jalisco

No hay comentarios: