sábado, 22 de septiembre de 2007

UN SOLDADO EN CADA HIJO TE DIO

Que México atraviesa un creciente proceso de militarización, represión y polarización social en todo su territorio, con intensidades, causas y formas distintas según las coordenadas no es novedad, pero algunos creían ingenuamente que eso era sólo tarea de militares, policías, bandas delictivas y grupos opositores al régimen. Que el resto de la sociedad estábamos ‘seguros’ y no nos teníamos que ‘preocupar’. Ahora, sin embargo, empezamos a ver con claridad que la militarización en realidad es un proceso que atraviesa a la cultura y toda nuestra vida diaria, o más bien empieza por ahí, que instala en toda la ciudadanía formas de aterrorizamiento, de vigilancia y castigo, de intolerancia y amenazas al que piensa diferente a la manera oficial. En suma, se busca construir en cada uno de nosotros una identidad de soldado “a la espera de órdenes” (Canetti), capaz de tener una “obediencia ciega anticipada a la autoridad y aprobatoria del castigo si ésta lo demanda” (Marín).

Calderón, presidente para un tercio de los mexicanos, nos dio el claro ejemplo el pasado domingo 16. Vistió totalmente a sus dos pequeños hijos varones de militares, con insignias y grados de mayor y teniente coronel, en el desfile patrio, siguiendo además su moda de usar un gorro que naufrague en la cabeza. Como buen padre, Calderón ya había mostrado el camino empezando el año, el 2 de enero en Apatzingán, cuando -en forma inusual para un presidente mexicano de la segunda mitad del XX-, apareció con uniforme militar; pocas semanas después recibió el sable de mando de la Marina. Ahora el círculo familiar se cerró, periplo completo a menos que se piense también a futuro incluir a la parte femenina de la familia.

Muchos piensan infantil e ingenuamente que ver las calles llenas de gente con ropa camuflada, estilo “Operación Liverpool”, y circulando tanquetas…perdón coches (¿?) Hummer, es sólo “cuestión de gustos, diseño y moda”. A lo mejor hasta creerán, que ver a los niños vestidos de militares es un signo del patriotismo de la familia Calderón, sin preguntarse siquiera ¿qué tan patriota será alguien que está continuando el desmantelamiento de todos los recursos naturales básicos y la destrucción del campo, la autosuficiencia alimentaria y el empleo de la gran mayoría de los mexicanos, a manos de las grandes corporaciones trasnacionales? ¿patriotismo o patrioterismo? Claro, la ausencia de un conocimiento elemental de la historia permite que estos procesos sociales de inhumanidad avancen y se normalicen.

Cabría entonces reflexionar si lo que se nos propone es un nuevo tipo de familia mexicana-DIF donde todos seamos patriotas bajo el estereotipo militar. No queremos ahora cuestionar el aspecto militar en sí mismo ni históricamente, pero sabemos que esta institución cumple su función social ante amenazas de invasión extranjera, ante desastres naturales o ante desestabilización interna. Si hay algo de esto que ignoramos los ciudadanos, sería útil que nos lo demostraran con claridad. Al menos en cuanto a la situación interna, aparte del narco, vemos sobre todo movimientos sociales nacionales de masas que con sus resistencias noviolentas buscan ‘humanizar’ a este país, que se respeten los derechos humanos, que se trate por igual a todos los mexicanos y mexicanas, que haya democracia y justicia social.

Aunque pensándolo bien, en las semanas pasadas asistimos a verdaderas ‘acciones bélicas’ por parte del gran empresariado nacional, masivamente en apoyo a las corporaciones de radio y televisión para que, con la nueva reforma electoral, no perdieran sus cuantiosas ganancias por la propaganda electoral y su enorme poder monopólico de ‘manipulación ciudadana’. Están combatiendo como leones, usando todo tipo de armas de guerra –sucia y no. Como buenos soldados no se rinden en su capacidad conspirativa. Son capaces incluso de ‘esconder’ las declaraciones de su propios delfines, como Ugalde, quien dijo que “si remueven a los consejeros del IFE es como aceptar que hubo fraude electoral”. Ya están removidos de hecho, ergo…Sin embargo, en las tomas del festejo de la noche del 15 de septiembre, los medios de comunicación y el gobierno fueron capaces de atreverse a presentar tamaña confrontación nacional polarizada en el zócalo como “signo de unidad y tolerancia de los mexicanos por encima de las diferencias”, incluso como si esa gente hubiera estado ahí por Calderón.

Por otro lado, hace pocos meses un joven obrero de Hidalgo compró en un tianguis de ropa usada un pantalón militar del ejército que alguien había a su vez vendido antes allí, simplemente porque le gustó. El castigo ante tal afrenta fue ejemplar: lo llevaron preso y pagó multa para salir, acusado de uso indebido de ropa sólo permitida para el ejército. No sobra ahora preguntarnos: ¿y por qué los hijos de Calderón sí pueden usar esa ropa hasta con insignias? Han salido patéticas explicaciones al respecto de la clase política sumisa sobre la legalidad de este hecho, y de nuevo el infantilismo con que se nos trata ha llegado al grado de decirnos que “no importa porque son niños” Qué falaces se vuelven así todos los intentos oficiales por hablarnos del respeto a la ley, que está por encima de todos, que se aplicará con todo rigor, etc. Vemos también en estos mismos días a la SIEDO interrogando, casi ‘secuestrando’ a ex_guerrilleros, gente ‘sospechosa’ en busca de militantes del EPR, la desaparición temporal de más de 30 zapatistas (niños, mujeres…) bases de apoyo en Montes azules, la desaparición de dos guerrilleros del EPR arrestados sin causa en acciones civiles en Oaxaca. ¿“El Proceso’ otra vez?

Finalmente, no deja de llamar la atención: ¿por qué alguien que va pocos días antes a la tumba de Gandhi a hablar de noviolencia y se dice inspirado en la doctrina social de la iglesia catolica es capaz de vestir a sus hijos de militares? ¿Por qué ‘sacrificar’ a sus hijos para dar un mensaje ya de por sí obvio en este año y ese día al militarizar parte del zócalo en un evento festivo nacional? No pretendemos en absoluto que Calderón se defina como pacifista o noviolento, sabemos bien que lo de la visita a la tumba de Gandhi fue en parte un acto demagógico y populista, pero al menos su pasado lo mostraba como alguien preocupado por ciertos valores de respeto familiar. Entonces ¿algo ‘grave’ está cambiando no sólo en él, sino en el país? Reflexionar colectivamente la respuesta empieza a ser imperioso para prepararnos ante los ‘cambios’.

El país virtual que nos quieren vender -y el real que están vendiendo a las trasnacionales- ya no se sostiene, no pueden seguir tan fácilmente infantilizándonos, y eso tal vez explique el uniforme de los niños Calderón Zavala. Han escogido el ‘único camino’ que para ellos permite avanzar ordenadamente en este proceso de despojo y explotación capitalista. Sería bueno que los asesores presidenciales y la dirigencia de su partido le contaran un poco de historia de la especie humana a Calderón, para que tome conciencia de la magnitud del desastre material y moral que entraña esta decisión de fuerza.

Pietro Ameglio

La Jornada-Morelos

19 septiembre 2007

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