miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿Seguirán las presiones sobre la relación peso–dólar?


ARTURO HUERTA GONZÁLEZ

Para el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, el deslizamiento que el peso está teniendo respecto al dólar en los últimos días y semanas, es “un ajuste transitorio”. Dijo en Washington, en donde asistió a la reunión conjunta del FMI y Banco Mundial, y del G20, que “el tipo de cambio está muy subvaluado” (devaluado), y que no refleja su valor real, dada la fortaleza de los fundamentos de la economía nacional, por lo que anticipó que el peso recuperará parte de la pérdida en las siguientes jornadas. Cabe decir que a pesar que la paridad cambiaria cerró el viernes en 13.75 pesos por dólar, no está devaluado, ya que los productos nacionales siguen siendo más caros que los productos importados, y éstos continúan creciendo más que las exportaciones, por lo que la economía presenta déficit de comercio exterior, y baja dinámica de acumulación en la esfera productiva, evidenciando que el ajuste cambiario realizado no ha sido de la magnitud suficiente para disminuir el rezago productivo y el desequilibrio del sector externo, y para retomar la dinámica de la actividad económica y del empleo.

Agustín Carstens dijo que “ha sido un ajuste de precios basado en la turbulencia internacional”. Reconoció que “ha habido un movimiento de llevar recursos sobre todo a Estados Unidos” (EU), y que espera que “los mercados se vuelvan más selectivos y empiecen a reconocer los fundamentos de la economía del país, por lo que no es necesario una intervención en el mercado cambiario”. En el mismo sentido se pronunció el director del FMI para América Latina, quien dijo que México “está en una situación sólida y bien preparado para soportar una desaceleración en el crecimiento de las economías avanzadas, con efectos relativamente menores”, y que “para los países que tienen marcos monetarios fuertes, y con metas inflacionarias, como México, dudo que exista un incentivo para la fuga de capitales”.

Tales planteamientos no toman en cuenta que los mercados de divisas, están íntimamente interdependientes del acontecer de los mercados financieros internacionales. Si México ha trabajado con peso apreciado, “fuerte”, ha sido cuando los mercados financieros han crecido, lo que ha permitido flujos crecientes de recursos a la Bolsa Mexicana de Valores y al mercado de dinero (adquisición de deuda pública, dadas las altas tasas de interés que éste ofrece), pero cuando los mercados financieros internacionales se desestabilizan, tal como aconteció en 2008 y 2009, se frenaron los flujos de capital hacia el mercado de capitales y de dinero internamente, y hubo salida de capitales (a pesar que la economía nacional tenía fundamentos macroeconómicos, donde Carstens, entonces secretario de Hacienda decía que ello nos protegería de los shock externos, ya que los agentes financieros internacionales sabían diferenciar a los países), lo que llevó a que se encareciera la relación dólar–peso, evidenciando que las llamadas fortalezas macroeconómicas para nada nos protegen de la vulnerabilidad de los mercados financieros internacionales. El peso volvió a fortalecerse en 2010 y hasta mediados de 2011, tanto por el acceso a la línea de crédito con el FMI, como porque en tal periodo los mercados financieros crecieron y con ellos los flujos de capitales hacia el país. Sin embargo, tales mercados se han desestabilizado nuevamente, ante los problemas de insolvencia que se presentan en diversos países de la Euro zona, lo que está a su vez desestabilizando diversas monedas a nivel mundial. México no tiene fortaleza alguna. Ha sido la entrada de capitales lo que financia el déficit del sector externo, incrementa reservas internacionales, estabiliza la relación peso–dólar y baja la inflación, por lo que al dejar de venir capitales, y al empezar éstos a salir de la economía, se desestabilizará el tipo de cambio, y con ello las finanzas públicas, ya que aumentará el costo del servicio de la deuda pública, debido al encarecimiento del dólar, y por el alza de la tasa de interés, encaminada a evitar mayor salida de capitales.

Decir que las fluctuaciones de la relación peso–dólar son transitorias, es pensar que son a su vez transitorios los problemas que están desestabilizando a los mercados de capitales a nivel mundial, y la cuestión es que no hay perspectivas de corto, ni mediano plazo de que los países deficitarios y deudores logren condiciones de pago de su deuda, y de crecimiento económico, para eliminar el contexto de incertidumbre prevaleciente. Las perspectivas son, que a pesar de las inyecciones de recursos que el Banco Central Europeo y el FMI están realizando a los países con problemas de pago, para que cubran sus obligaciones, proseguirán estos problemas, pues no tienen recursos suficientes para estar apagando todos los “fuegos”, tanto en Grecia, como en Portugal, España, Italia, entre otros, ante la incapacidad endógena de éstos de reducir su déficit fiscal y déficit de comercio exterior, y de cubrir sus obligaciones financieras. Los problemas sistémicos que enfrentan las economías, tanto de Estados Unidos, como de la zona Euro, y la mayoría de las economías emergentes (sobre todo las subdesarrolladas), no son transitorios, sino que llegaron para manifestarse y quedarse un buen tiempo, por lo que seguirá la vulnerabilidad de los mercados financieros, como de las divisas (y el encarecimiento del dólar en relación al peso, en nuestro caso), y frenando la actividad económica tanto de los desarrollados, como de los subdesarrollados.

Fuente: La Jornada de Oriente

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