martes, 19 de febrero de 2008

LA CONSOLIDACIÓN DE SUS BASES MATERIALES, ÚNICO RUMBO PARA FORTALECER A LA NACIÓN MEXICANA

ESTE COMENTARIO DE OVIEDO, ESCRITO HACE UNOS AÑOS, SOBRE DOÑA JOSEFINA, FORMABA PARTE DE OTRO MATERIAL MÁS EXTENSO. HOY RETOMO EL FRAGMENTO EN EL CUAL SE DEMUESTRA LO ERRADOS QUE ANDAN LOS QUE ATENTAN CONTRA LA NACIÓN MEXICANA, CONTRA LAS BASES MATERIALES QUE LE DAN SUSTENTO.

Como se recuerda, J. Vázquez es autora de un libro sobre superación personal que propone, como todos los demás, la superación de las limitaciones materiales (incluida la pobreza) con base a la fuerza de voluntad, con base a un proceso de reeducación para el fortalecimiento del espíritu de la mujer. Ignora la señora, como casi todos los autores de su especie (que no de su género), que el fortalecimiento de la voluntad y el engrandecimiento del espíritu dependen a su vez del fortalecimiento de la base material, lo mismo de los hombres en lo individual que de una comunidad y de una nación. Cuando la base material se debilita, la fuerza de voluntad también sufre una recaída. La fuerza de voluntad de un campesino, por ejemplo, se quebranta paulatinamente si con su trabajo pierde más de lo que gana, si en un ciclo agrícola se le hiela la cosecha, si en el siguiente hay sequía, si en el que sigue hay una inundación, si luego sobreviene una plaga y si, teniendo una buena cosecha, no hay precio y si, por si fuera poco, los funcionarios corruptos le chupan hasta el último aliento de su esfuerzo. Ese campesino acaba por completo derrotado y hasta convencido de que su trabajo vale para dos cosas: para un comino y para empobrecerse aún más. Su fuerza de voluntad queda por completo aniquilada sobre todo si no tiene el respaldo del Estado para enfrentar todas sus desgracias o si el auxilio del gobierno llega con tardanza. Véase si no: ¿Cuál es la fuerza de voluntad que tienen los despojados, los que no tienen ni en qué “caerse muertos”, los indigentes? Ellos sólo tienen fuerza para pedir. Su fuerza de voluntad no llega a más. Muy otra, por ser material y tangible, es la fuerza de voluntad de un ganadero. Y mientras más numerosas y de más alta calidad sean sus cabezas de ganado, este señor se sentirá más seguro de sí mismo y se podrá codear incluso con los banqueros. ¿Y qué tiene que ver esto con el espíritu de una nación? Una nación será más fuerte, sacará más fuerzas de sí misma y podrá avanzar más rápidamente hacia su progreso, cuando los gobiernos, en vez de hacer despojos, fortalecen la base material tanto de las familias (facilitándoles el acceso a alimentos, vivienda, artículos de uso personal, artículos duraderos, recreación, educación y deporte) como de las naciones, cuando en vez de despojar a esos pueblos de sus recursos naturales renovables y no renovables, les agregan valor mediante su transformación en artículos y productos de uso diverso, cuando en vez de rematar empresas del Estado las engrandecen corrigiéndoles a esas empresas todo lo que tengan de corregible. Por todo esto están errados los que ya olvidaron la necesaria lucha por la continuidad del rumbo histórico de la nación. La privatización no es el camino. El camino es una mayor presencia del Estado en la economía y en todos los ámbitos de la vida nacional. Pero por supuesto que hablamos de un Estado democratizado, donde las riendas no estén sólo en unas cuantas manos de “iluminados” y donde la sociedad tiene más instituciones para trazarle el rumbo a los “gobernantes”. Hablamos de un Estado cuyas riendas sean compartidas por la sociedad y dejen de ser patrimonio exclusivo de la clase política. De un Estado donde una parte importante de las leyes sean discutidas en tribunas abiertas a todos los mexicanos y luego aprobadas en las urnas por ellos mismos, en vez de que sean debatidas y aprobadas SÓLO por unos cuantos legisladores federales y locales. Y bien: hemos dado este rodeo para hacer ver que también el problema de la mujer, en contra de lo que piensa la señora Josefina Vázquez –e incluso la izquierda-- también pasa necesariamente por el fortalecimiento de su base material. Cuando la debilidad material de la mujer pase a ser cosa del pasado, ella estará en condiciones reales de ponerse al tú por tú con el hombre y en condiciones también de exigir e imponer con más fuerza todos sus demás derechos.

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