Doña Jacinta: tres años de injusticia separado a familia indígena
• Hoy se cumplen tres años desde que, con engaños, fue detenida doña Jacinta
• El 7 de agosto vence el plazo para que la PGR acepte o rechace la recomendación de la CNDH
• Organización Mundial Contra la Tortura emite comunicado sobre Jacinta
El 26 de marzo de 2006 seis agentes federales de investigación, sin uniforme y sin orden “decomisaban” mercancia supuestamente pirata en el tianguis del centro de Santiago Mexquititlán. En un momento dado alguien pidió una orden para el decomiso. Entonces comenzó la tensión. Súbitamente los agentes oficiales se vieron despojados de la cobertura que su trabajo como policías les otorga. Los comerciantes habían pasado muchas veces por esa situación, pero era la primera vez que sentían una cierta ventaja. No siempre resulta tan claro que el momento en el que la impunidad se rompe, tiene la necesaria implicación de que la justicia está ausente desde hace mucho tiempo.
Llegaron el agente del Ministerio Público Federal (MPF) con sede en San Juan del Río, Querétaro, el licenciado Gerardo Cruz Bedolla, y el jefe regional de la AFI, Omar Evaristo Vega Leyva. En la plaza principal del pueblo hablaron con los comerciantes. Los funcionarios aseguraron que los agentes habían cometido un error y que iban a responder por los destrozos y daños causados. Tras un estira y afloja cada vez más tenso el jefe de la AFI y el MPF, incapaces de demostrar la legalidad de la acción, ofrecen que uno de los agentes permanezca en el lugar en lo que traían el dinero para pagar lo decomisado irregularmente, en virtud de que por alguna razón ya no tenían la mercancia original.
Según los testimonios que ha recopilado la defensa de Jacinta [el Centro de derechos humanos Fray Jacobo Daciano (CDH/FJD), de Querétaro, y el Centro de derechos humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh)] sobre los hechos de ese día, tres horas después, los elementos de la AFI arribaron al pueblo acompañados de policías pertenecientes a otras corporaciones. Con ellos llegó un fotoperiodista del diario Noticias de Querétaro. Cuando llegaron los agentes, los comerciantes afectados, junto con las demás personas que protestaban contra los abusos cometidos, dialogaron en relación a los pagos. Todo esto estaba ocurriendo en el puro centro del pueblo.
Jacinta ¿Secuestradora?
Jacinta Francisco Marcial es madre de una entrañable familia ñháñhú (también conocidos como otomíes) cuyos integrantes de distintas maneras buscan lo que cualquier persona: vivir mejor y compartir eso con los suyos. Junto con su esposo, don Guillermo, Jacinta trabajaba en el negocio familiar de nieves y aguas. La tarde del 26 de marzo de 2006 Jacinta, quien no hablaba bien español, cuidaba su puesto de aguas mientras otros comerciantes se confrontaban con los AFI. Cerca de la hora en que en el centro del pueblo se daba el movimiento más intenso, Jacinta fue a inyectarse a la farmacia.
Camino a su puesto, tras administrarse su medicamento, el borlote, el bullicio, el gentío, llamaron su atención y se acercó a ver. Mientras echaba un vistazo a los sucesos el fotógrafo del diario Noticias de Querétaro imprimió una gráfica que fue publicada ilustrando los hechos, en la que Jacinta aparecía. A partir de esa “prueba” y sin que se le notificará nunca el hecho, Jacinta fue acusada de secuestro. Una tarde, más de cuatro meses después, unas personas buscaron a Jacinta en su casa y empezaron a confundirla. Le dijeron que tenía que acompañarlos por un asunto de una poda de árbol. Sin entender qué estaba sucediendo Jacinta fue subida a un vehículo sin identificación oficial que la llevó al Juzgado IV de Distrito del Estado de Querétaro.
El debido proceso para el caso de jacinta
Jacinta estaba estupefacta. La estaban llevando unas personas lejos de su familia por un árbol del que ella no sabía nada. Entendiendo aquello que su sagacidad le revelaba en esa lengua, el español, al mismo tiempo familiar y extraña. Inaccesible como la razón por la cual de pronto la metieron en un salón lleno de reporteros que empezaron a fotografiarla sin el menor pudor. Como si no valiera por ser lo que es: mujer, indígena, pobre. De nuevo las cámaras vulneraban no sólo la dignidad de Jacinta, sino la de todos los suyos, declarándola culpable sin proceso ni posibilidad real de defensa. Sólo que además ahora le estaban robando la vida, pues sin acabar nunca de comprender cómo ni porqué se encontraba detenida, ese día, 3 de agosto de 2006, Jacinta nunca lo olvidará, porque a partir de entonces lleva ya tres largos años en prisión.
El Centro Fray Jacobo Daciano y el Centro Prodh asumieron la defensa de Jacinta en diciembre de 2008, una vez que había sido dictada una sentencia en su contra en la que se le condenaba a 21 años de prisión y al pago de más de 90 mil pesos de multa. Se presentó una apelación que resultó exitosa, pues el juez ordenó la reposición del proceso. Ahora, durante la reposición, y gracias a la presión que se ha ejercido desde la opinión pública y la sociedad civil, se consiguió que la PGR presentara a los acusadores de Jacinta para un careo, mismo que durante el primer juicio no se dio (Jacinta ni siquiera conoció al juez en esa etapa).Sin embargo ahora el proceso está atorado porque existe un pequeño inconveniente: el AFI que supuestamente fue secuestrado ya no trabaja en la AFI y no ha mostrado interés por ratificar sus dichos.
El día de hoy se cumplen tres años de una gran injusticia en contra de Jacinta y su familia que demuestra las graves fallas que tiene en México el sistema de justicia. Hasta ahora han sido emitidas recomendaciones oficiales a favor de Jacinta desde distintas instancias oficiales como el Inmujeres, el Inali, y la CNDH, por mencionar algunas. De la misma manera la Organización Mundial Contra la Tortura emite hoy un comunicado al respecto. El 7 de agosto la PGR deberá determinar si acepta o no la recomendación de la CNDH, así como qué acciones implicará su postura.
En medio del clima de confrontación nacional que vivimos, Jacinta es una flor que simboliza indeleblemente una esperanza inextinguible que hoy nos demuestra que incluso en la adversidad podemos encontrar semillas para tejer nuevos sueños que nos permitan creer en un mundo que –por favor– sea posible. La gran pregunta abierta es si el gobierno federal, tan dado a los manotazos grandilocuentes que algunos calificamos de machistas, tendrá la humildad para aceptar ante una mujer, ante una madre de familia, ante una indígena, ante todos los que hoy Jacinta somos: no sólo hubo errores, sino además mala fe.
Al final, la sonrisa de Jacinta no depende del perdón de los poderosos. La sonrisa de Jacinta depende de don Memo y de Estela y de cada uno de sus seres queridos. Y este es uno de esos sueños que siempre salen adelante. Por lo que ahora los que Jacinta somos esperamos ansiosos que se haga justicia y que no tuviera que pasar ni tres días más lejos de los suyos por algo que no hizo.
Cd. de México, 3 de agosto de 2009.
Quetzalcoatl g. Fontanot
Sistema Integral de Información en Derechos Humanos
Centro de derechos humanos Miguel Agustín Pro Juárez
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
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