Fuente: La Jornada de Zacatecas
Difusión Soberanía Popular
Redacción
Diego Miramontes de León
El mercado cautivo es, sin duda, la mejor forma de explotación que existe. Esa explotación tiene sus orígenes desde el tiempo más remoto que podamos imaginar. Una de las formas más eficaces y efectivas en cualquier parte del planeta y sobre cualquier sociedad lo han sido las religiones. Poco a poco a esa explotación se han agregado y transformado otras a través del uso de las más modernas tecnologías.
Como toda forma de explotación se crean, gracias a ella, grandes imperios. En la actualidad, uno de ellos se basa en la creación de sistemas operativos y otras aplicaciones electrónicas que medio mundo requiere utilizar. Para lograr el cautiverio de los usuarios se inventa el derecho de autor, de modo que una sola aplicación que debería pagarse en forma justa se transforma en una mina de oro duradera por años y años.
Para mantener la necesidad de nuevas versiones, aparecen nuevos equipos incompatibles con versiones anteriores o nuevos programas, por lo que se está obligado a “actualizar” sus aplicaciones (software). Si eso ha dado origen a enriquecer a unas cuantas personas, no ha sido suficiente, así que se inventaron los virus.
Estos últimos son programas activos que se renuevan de forma permanente al crear una empresa paralela a la de los programas comunes, como editores de texto, hojas de cálculo, programas de diseño o de entretenimiento, comunicación. Para resolver el problema de ataque a su computadora aparecen también los antivirus, que le salvarán su equipo por un tiempo determinado. Una vez que termina la validez de licencia del antivirus, éste se encargará de atacar su equipo mientras no lo actualice con la última versión.
La apertura de los equipos al Internet no sólo ofrece la posibilidad de comunicarse a cualquier parte del mundo, también la posibilidad, cada vez mayor, de inspeccionar el contenido de su computadora, de vigilar lo que usted hace, de revisar con quién se comunica. La nueva versión de Windows no trata sólo de remendar los problemas de ejecución que presenta la versión Vista, sino de abrir el acceso de sus actividades a toda inspección.
En algunos países se toman ya medidas drásticas contra usuarios de Internet que bajen archivos sin previa autorización. Por supuesto, la autorización tiene un costo, pues al final de cuentas se busca que los millones de usuarios paguen su cuota. Podríamos pensar que no hay salida, pues en la actualidad quien no domine programas de cómputo o no los utilice le será muy difícil competir.
Sin embargo, sí existe toda una organización que intenta competir contra la mayor empresa trasnacional que monopoliza la mayor parte del mercado del software. Dicha organización se identifica con el término Open Source, que se aplica a programas en los que la licencia respeta la posibilidad de libre distribución, acceso al código fuente y distribución de los programas que se deriven.
Respecto a los programas operativos que pueden competir con Windows, se tienen un gran número de versiones de Linux. Tales sistemas tienen la ventaja de que la mayoría de los virus está hecha para los programas que funcionan bajo Windows, por lo que sufren menos ataques.
No obstante, la transición de un sistema a otro es un proceso que requiere de un gran esfuerzo. Eso implica aprendizaje y dominio a tal grado que se pueda dejar de ser completamente dependiente del sistema actual; mientras, tanto se será cada vez más vulnerable a los peores ataques cibernéticos. Pero para lograr lo anterior se requiere antes que nada de una gran y firme decisión.
Lo mismo nos ocurrirá con nuestro actual sistema político; mientras no tomemos la gran y firme decisión de cambiarlo por otro mejor, seremos los más vulnerables a la explotación vía impuestos, vía corrupción, vía delincuencia. Una vez aprendida la lección de una mala elección es necesario no regresar a los sistemas que hacen nuevos ricos cada sexenio atacando a la mayor clase social de este país.
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