viernes, 18 de septiembre de 2009

Pulso crítico


J. Enrique Olivera Arce


El Plan Estatal de Desarrollo que nunca fue tal

Por ahí, existe una receta a la que recurren los verdaderos expertos en planeación que, de manera muy simple, establece que el conciliar lo deseable con lo posible depende de lo disponible. Para empezar, no se puede hablar de planeación sin la concurrencia de profesionales que conozcan del asunto. En segundo término, sin contar con un diagnóstico sobre la realidad sobre la que se pretende actuar para, así, determinar si es viable conjugar buenos deseos con disponibilidades de recursos naturales, financieros, materiales y humanos para, a continuación, concluir con lo que es posible realizar en cuando menos tres escenarios: el óptimo, el intermedio y, en el peor de los casos, el más pobre pero más seguro.

Es entonces cuando inicia el verdadero proceso de planeación, al que habrá de alimentar con programas y proyectos que cumpliendo con los propósitos y prioridades, pre establecidos, permitan alcanzar objetivos y metas racionalmente jerarquizados y ubicados en un tiempo y espacio específico dado. En tratándose de planificación regional, el proceso es sin duda de una mayor complejidad, dado el conjunto de factores y variables a considerar. Hasta aquí, quiero entender lo que para el sector público debería entenderse como un proceso racional de formulación de un plan estatal de desarrollo.

Hasta donde me ha sido dado observar, y lo afirme en su momento, nada de esto se tomo en consideración en la elaboración del llamado Plan Estatal de Desarrollo de Veracruz, al que hoy constantemente se hace referencia. Lo comenté hace cuatro años y hoy lo ratifico a la luz de la crisis que estamos padeciendo: Lo que debería ser el eje rector del quehacer público, privado y social de la entidad, no pasó de ser un simple listado de buenos deseos con el que retóricamente se pretendiera dar respuesta a las demandas de la sociedad, recogidas a lo largo de la campaña electoral de quién hoy es el gobernador de Veracruz.

Entre medias verdades y medias mentiras, así, de alguna manera lo ha hecho público el actual coordinador del Comité de Planeación (COPLADEVER). Organismo que debiendo ser autónomo, depende de la Secretaría de Planeación y Finanzas, incurriéndose en duplicidad de funciones si consideramos que tareas similares corren a cargo del Programa de gobierno que depende de manera directa del titular del poder ejecutivo estatal. Resultando que ni uno ni otro, al parecer no tienen ni la más mínima idea de lo que significa la planeación regional.

El escenario ideal sobre el que se elaborara el listado de buenos deseos, no existe. Se carece de diagnósticos específicos de la realidad socioeconómica de cada una de las regiones en que arbitrariamente se ha dividido al estado, y mucho menos validados por los actores privados y sociales sobre cuyas espaldas descansan las tareas del desarrollo. A falta de un plan integral e integrador, el sector público actúa reactivamente, unas veces a pedir de parte, otras por conveniencia político electoral y otras, desafortunadamente, por simple capricho. Propiciándose con ello un verdadero rompecabezas regional en el que nadie sabe que piezas deberían encajar unas con otras.

Hoy nos enfrentamos al peor de los escenarios. Al que nadie tomó en cuenta. Como nadie sabe por donde transitar en un país sin rumbo; Con un Estado desmantelado y saqueado; sin un quehacer económico con expectativas de recuperación y crecimiento; con finanzas públicas quebradas que ahora van tras el bolsillo de los más desprotegidos, y sin una visión de futuro que contemple a la educación y a la salud como activos social y económicamente redituables en beneficio del país y, lo peor, sin esperanzas de que el actual estado de cosas cambie para bien de México. El poder conjugar lo deseable con lo posible, en un escenario de tal naturaleza, ni en sueños fue contemplado por aquellos que elaboraran lo que sin rubor se dice es el Plan Estatal de Desarrollo de Veracruz. La fiesta que empezara a bombo y platillo, a cuatro años y medio, se acerca al final de la tocada sin siquiera tener idea de lo que se festejara.

¿Pesimismo? Si. Sin duda. No se podía esperar otra cosa de una entidad federativa que vive solo de y para los procesos electorales de cada tres años. No termina uno cuando ya empezó el siguiente. El gobernador ya determinó, ahora sí como señor feudal, quien gobernara a Veracruz en el próximo sexenio y ya inauguró la nueva ronda de festejos en honor del elegido. Esperemos que, cuando menos, el Sr. Duarte de Ochoa no herede el mismo listado de buenos deseos. Veracruz se merece otra cosa: Un auténtico y legítimo Plan Estatal de Desarrollo sustentado en honestidad intelectual, sentido común, racionalidad y, sobre todo, alimentado por la participación popular.

Si esto no figura en la agenda del ahora diputado federal, salen sobrando matracas y fanfarrias en su honor.

pulsocritico@gmail.com

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