Andrea Bárcena en su columna Infancia y Sociedad de La Jornada.
La mayoría de las muertes de niños menores de cinco años en México, América Latina y países pobres de otros continentes se deben a enfermedades asociadas con la pobreza y la desnutrición.
De cada 100 niños que nazcan entre 2009 y 2019, 88 lo harán en países subdesarrollados; de ellos, 10 tendrán bajo peso al nacer, 6 morirán antes de cumplir un año y 3 antes de los 5 años. De los 79 sobrevivientes 28 serán desnutridos.
De éstos, seis no ingresarán al sistema escolarizado, y de los 73 que sí lo harán, sólo 44 podrán terminar la primaria, 23 concluirán la secundaria y uno de cada 10 alcanzará el nivel profesional.
Estos datos se basan en un modelo prospectivo del doctor Joaquín Cravioto Muñoz, quien fue uno de los más grandes científicos de México y del mundo en el estudio de la nutrición, el desarrollo mental, la conducta y el aprendizaje. Definía a la desnutrición comunal como “un desastre producido por el hombre…” Según Cravioto, ésta no sólo se explica por la pobreza, sino también por un sistema social que consciente o inconscientemente produce niños desnutridos generación tras generación, por medio de mecanismos que reducen desde los satisfactores básicos hasta la oportunidad de experiencias fundamentales en momentos cruciales de la vida.
Así, podemos definir a los niños desnutridos, no como enfermos, sino como víctimas políticas y condenados sociales. Ser desnutrido significa no sólo el riesgo de enfermar y de morir, también de sobrevivir con una disminución de capacidades y potencialidades.
A nivel social, las oportunidades de ser genio y de crear individuos muy inteligentes –decía Cravioto– se pierden por generaciones, mientras aumentan las probabilidades de ser mediocre. Esto involucra a todos los miembros de las sociedades donde hay desnutrición.
Por eso es impensable el desarrollo de una nación sin desarrollo humano y buena nutrición generalizados; sin embargo, no es necesario que país sea desarrollado para derrotar a la malnutrición. Lo que importa es la conciencia de la sociedad y la voluntad política. En cambio, generaciones de niños bien nutridos y estimulados pueden vencer al subdesarrollo. Será bueno recuperar el lema de "Si la leche es poca, al niño le toca".
Aunque sabemos, señor Carstens, que en México la "leche" no es tan poca, pero sí insensata y abusivamente mal distribuida. En época de crisis, la infancia debería tener protección especial. Un país sin proyecto para su infancia es un país sin proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario