Fuente: La Jornada de Veracruz
Orizaba, Ver.- “Somos comerciantes. Mi esposo no usa armas ni droga, él está en un grupo de lucha libre. Pude verlo sólo unos minutos, está golpeado en la cara y los brazos”. Así resume Indira Rodríguez Alvarado las condiciones en las que está su esposo, Gabriel Tiosol, detenido la madrugada de este sábado por elementos del Ejército Mexicano, luego de una reyerta registrada en las afueras de la clínica 7 del IMSS, cuya fachada recibió dos impactos de bala.
De acuerdos con versiones de vecinos testigos presenciales de los hechos, después de la 1 de la madrugada de este sábado, soldados a bordo de un camión del Ejército se dirigían presuntamente al cuartel Miguel Hidalgo de esta ciudad. Al llegar a la calle Poniente 13, esquina con Sur 6, justo frente a la clínica número 7 del IMSS, una camioneta marca Honda, modelo CRV de color blanco, circulaba rumbo al centro de la ciudad.
Los soldados le ordenaron que se detuviera, sin embargo, el automotor siguió de largo y esto, al parecer, ocasionó que los militares abrieran fuego en contra del vehículo. Uno de los dos tripulantes huyó con rumbo desconocido y otro, que al final fue detenido, se internó en las instalaciones de la clínica 7 del IMSS, donde permaneció por espacio de casi cinco horas, para luego ser aprehendido por los militares.
Tras los disparos, los soldados montaron un cerco de por lo menos 200 metros a la redonda, del que nadie podía entrar o salir, aun cuando fueran vecinos de esa zona de la ciudad. Con armas de grueso calibre, los soldados, con rostros cubiertos y amparados por la obscuridad de la noche, cerraron el tráfico vehicular y, cuando un auto pretendía acercarse al retén, de inmediato era desviado por los soldados que, con armas en mano, daban órdenes a los automovilistas. Incluso, el conductor de una camioneta color gris con vidrios negros se detuvo por instantes frente al retén, y de inmediato uno de los soldados cortó cartucho, amenazante.
Las calles Poniente 15, esquina con Sur 6 y Poniente 13, esquina Sur 6 fueron bloqueadas con las unidades 0863271 y 0863272, y las calles Sur 10, esquina Poniente 9 y Sur 10, esquina Poniente 11 fueron cerradas a la circulación con cinta preventiva, colocada por elementos de la policía auxiliar (IPAX), que custodian las instalaciones de entrada a la Cervecería Moctezuma, cercana al lugar de los hechos.
De las 2:30 de la madrugada hasta casi las 6 de la mañana, la situación fue tranquila y, salvo el asombro de obreros de CERMOC, que tuvieron que recorrer otras calles para llegar a su fuente de empleo, las horas pasaron sin mayores variantes.
Sin embargo, dos minutos después de las 6 de la mañana, un sonido parecido a un disparo en el interior de la clínica motivó un movimiento de soldados y reporteros –que desde media hora después de los hechos hacían guardia hasta donde se les permitía llegar por los jenízaros–. No obstante, el cerco militar fue reforzado, las unidades militares empezaron a moverse y el grito de un reportero alertó: “¡ya lo sacaron!”, movilizó a los periodistas a buscar la forma de llegar al lugar. El intento fue en vano, los soldados lo impidieron.
La confusión se enseñoreó y nadie atinaba a saber que pasaba. En tanto, el camión militar 0863272, con una treintena de soldados salía con rumbo al centro de la ciudad. Ahí, en ese vehículo, iba el detenido, de quien por espacio de una hora se desconoció su paradero. Ya con él fuera de las instalaciones médicas del IMSS, el cerco poco a poco fue debilitándose porque así lo quisieron los mismos soldados y, mientras una mano mecánica de la empresa Grúas Guadalupe enganchaba la camioneta Honda CRV para llevarla al corralón, la circulación, que a esa hora de la mañana ya era más intensa, empezó a recobrar su normalidad.
A las 8:25 minutos el paso vehicular y peatonal fue reabierto y los soldados se retiraban de la clínica del IMSS, que mostraba los orificios de dos presuntos balazos. Uno de ellos hizo blanco en el ventanal principal, y otro más en la parte interior del edificio.
“No puede tomar fotografías”, ordenaba una mujer uniformada con ropa de trabajo del IMSS. Sin embargo, las gráficas fueron tomadas desde el exterior del inmueble para no violentar el ya maltrecho edificio.
En tanto, nadie atinaba con el paradero del detenido. “En el cuartel” decía un reportero. “Al MP federal” decía otro. Sin embargo, Gabriel Tiosol y los soldados que lo trasladaron son los únicos que saben dónde estuvieron en la hora y minutos que se perdieron. A las nueve de la mañana, dos soldados con armas largas y rostros cubiertos cerraron el tráfico en la avenida Colón Oriente, entre las calles Norte 4 y 6, el motivo: el camión militar donde trasladaron al detenido se estacionaba en las afueras de la delegación de la Cruz Roja.
Ahí la orden era la misma: “Nadie entra, nadie sale en esta calle”. Y aquel que intentaba cruzar, de inmediato era detenido y obligado por los soldados a usar otras calles para llegar a su destino. Más de uno mostró su malestar. Cuarenta minutos después, una persona que vestía camiseta blanca, pantalón de mezclilla y con las manos cruzadas en la nuca, salió de la delegación de la benemérita institución, subió con dificultad al camión y se tiró en el suelo de la unidad, en medio de los pies de los soldados.
Una vez con el vehículo en marcha, el bloqueo fue levantado. Adentro de la delegación de la Cruz Roja, los paramédicos no ocultaban su asombro por lo acontecido; sin embargo, uno de ellos, quien negó su nombre, advirtió a tres reporteros: “No vamos a dar informes hasta que la delegación estatal nos indique”. Esa información nunca llegó.
Mientras eso sucedía en Orizaba, en Ciudad Mendoza el primer inspector de esta dependencia estatal, Carlos Cárcamo Pasarón, daba posesión al nuevo delegado de esa dependencia y, a su vez, reveló que la información de los hechos de este sábado “se había restringido y que la investigación estaba a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)”.
Después de las 11 horas el camión militar aparcó en la Sur 23, entre Oriente 4 y 6. Ahí, en las afueras del Ministerio Público de la Federación, subsede Orizaba, de nuevo un cerco militar se apostó en las banquetas, señal inequívoca de que el detenido ya había sido puesto a disposición de esta instancia judicial.
A las 13:30 familiares de Gabriel Tiosol iniciaron una protesta y apoyados con cartulinas pedían justicia.
–¿Qué pasó con su esposo? –Se le cuestiona a Indira Rodríguez Alvarado, pareja sentimental del detenido.
–No, pues que tuvo un altercado con los militares – respondió.
–Cuál es su estado de salud?
–Él está bien. Se encuentra detenido –afirmó.
–¿De qué lo acusan?
–Pues no me dicen nada, sólo me dicen que fue un altercado con los soldados.
–¿Ya logró verlo?
–Sí, pero fue breve.
–¿Usa armas?
–Él no usa armas ni droga ni nada de eso –aseguró.
–¿A qué se dedica?
–Somos comerciantes, los dos tenemos un negocio de frutas y verduras y vendemos ropa.
–¿Con quién tienen problemas?
–No, con nadie. Él aparte hace deporte, está en un grupo de lucha libre.
–¿Está golpeado?
–Sí –acusó.
–¿En qué parte?
–En la cabeza y los brazos.
–¿Tienen hijos?
–Sí, tenemos dos niños. Uno de siete años y uno de tres.
Pero mientras la entrevista ocurría en la banqueta frontal al Ministerio Público de la Federación, un soldado con cámara fotográfica en mano tomó impresiones de los reporteros. El motivo y su uso se desconocen. La protesta fue suspendida después de las 15 horas.
Por otro lado, una fuente extraoficial reveló a La Jornada Veracruz que al detenido, Gabriel Tiosol de 28 años de edad, hasta la tarde de este sábado no se le había encontrado algún indicio delictivo. “No le encontraron armas, no le encontraron drogas” dijo el informante.
Hasta este sábado, el Ejército a través de su página web no había emitido ningún boletín informativo sobre los hechos y la detención ocurrida en Orizaba. Condición similar asumió la delegación de la Procuraduría General de la República, instancia que también omitió estos hechos en su reporte cotidiano informativo enviado a los medios de comunicación.
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