MARÍA ELENA ROCA GUZMÁN
El ritual de la comida establece una interacción directa con los sentidos, seduce a través de sus olores, sabores, texturas y colores, sus representaciones simbólicas propician una injerencia individual y colectiva, al igual que su contenido nutricional porque permiten establecer una articulación entre el individuo y el mundo que le rodea, por esos motivos es una estrategia política de lucha que genera cohesión y fortalecimiento en los movimientos sociales.
El papel de las mujeres que hacen de la comida un espacio de recreación política, se ha vuelto fundamental para la lucha que están desarrollando los habitantes de Jacomulco y comunidades aledañas en contra de la hidroeléctrica que busca construir la empresa brasileña Odebrecht en la ribera del río Los Pescados.
El campamento, que es una de las trincheras del movimiento en contra de la presa, se encuentra ubicado cerca del tramo carretero Tuzamapan-Jacomulco, en éste participan cotidianamente cerca de 500 personas que hacen guardia a diferentes horas del día, para impedir el tránsito de los vehículos y maquinaria de la empresa Odebrecht a una de las entradas para la ribera del río, en este espacio la comida se ha vuelto el pretexto idóneo para intercambiar ideas que hacen crecer la solidaridad interna y la integración de más compañeros.
La alimentación se encuentra a cargo de un grupo de mujeres, una de ellas Vianey, comenta al respecto: “Estamos organizadas por grupos para preparar alimentos para la gente que nos acompaña, para aquellos que están encargados de vigilar, ellos están integrados son entre 20 y 30 o cinco personas, todos los días en diversos turnos; además, participan aquellos que no tienen grupos”.
Las hamburguesas vegetarianas y el espagueti que ese día ellas comparten, son una muestra del sazón de su comida, Vianey señala que solamente son cinco mujeres las encargadas directas de la alimentación, a pesar de que cada grupo invita a más personas para se incorporen en este trabajo.
Los insumos los lleva la gente de Jacomulco de las poblaciones vecinas como Paso Limón, Tlaltetela, Zentla y Apazapan, el trabajo de las encargadas de la cocina consiste en realizar cada día una mezcla de texturas y sabores que permiten una comida equilibrada, nutritiva que es atractiva al paladar, además tienen que hacerla rendir para que alcance para todos los asistentes, éste ha sido su quehacer por cerca de un mes y medio.
Los motivos por los cuales Vianey decidió incorporarse en esta lucha, desde sus propias palabras son los siguientes: “No queremos que sequen nuestros ríos, estamos acostumbrados a una vida tranquila con aire puro, somos gente que vive del campo, y en caso de que construyan la presa, todo eso se va a echar a perder igual que sucedió con la Cementera aunque estamos lejos nos está afectando, porque contamina esto se refleja de diversas maneras, tal es el caso, de los mangos que ahora están manchados”.
La comida genera un espacio de significados vinculados a la historia social, este universo permite asimilar un territorio con sus elementos constitutivos y sus sincretismos, en el caso de los movimientos sociales fortalece la construcción de una identidad política que proporciona nuevos significados a los elementos que cotidianamente forman parte de la alimentación y la charla, es decir, define aún más los valores de un colectivo y su lucha porque establece una dinámica espacial que hace posible un mayor intercambio cultural y político.
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