Fuente: La Jornada de Veracruz
Bien lo dijo Ifigenia Martínez al comenzar esta nueva legislatura; estamos ante el riesgo real de un estallido social, pues si estudiamos un poquito la historia, todas las épocas prerrevolucionarias tienen el mismo ambiente enrarecido que vivimos en México. Extrema desigualdad, cancelación de garantías individuales, desempleo, crisis, focos rojos de inconformidad en todos los temas, en todo el país.
Para frenar este triste destino hay que tomar las riendas de él. “Tendremos también que reconstruir y fortalecer las instituciones públicas, salvaguardar las libertades ciudadanas, proteger la soberanía y el patrimonio nacionales y, en mi opinión, terminar con el ciclo neoliberal para implementar una política económica de desarrollo equitativo, que responda al mandato constitucional, en la promoción de este desarrollo y de la búsqueda efectiva de la justicia social.
¡Espero que seamos dignos de tan noble encomienda!” dijo Ifigenia Martínez ante el recinto de San Lázaro (México Insurgente, 30 de agosto de 2009). Sería, efectivamente, una noble encomienda llevar a cabo todos los cambios para encaminar al país a un desarrollo real, pero también sería un trabajo deleznable que no lo hicieran estos representantes elegidos por el pueblo (sic).
Es su deber trabajar contra reloj para abordar los temas más importantes del panorama actual y hacer un contrapeso efectivo la incompetencia del Ejecutivo para resolver los problemas del país, obligar a la Suprema Corte a investigar lo que no quiere investigar, y detener las reformas regresivas que, en materia de trabajo y energéticos, buscan imponer las Secretarías del Estado. No es un trabajo chiquito y no deben tomar vacaciones hasta que vuelva una estabilidad razonable al país. Pero si tanta gente se abstuvo de votar, es porque quizás no tenemos la más mínima confianza en que estos funcionarios nos estén representando a nosotros, en que las bancadas van a actuar a favor del país y no de intereses partidistas.
Bueno, si tanta importancia tiene esta legislatura y nosotros no confiamos en ella, implantemos los mecanismos para hacerla eficiente. Un gran observatorio de diputados que los haga entender que, desde el momento en que tomaron protesta, nos representan a todos nosotros, independientemente del partido al que pertenezcan, representan a la gente que vive en su distrito y ante eso tienen que responder.
Pongámosle nombre… ¿Qué tal “Adopta a tu diputado”? Guíalo para que te sirva efectivamente, pues para eso consume del erario público. Oblígalo a pagar sus mentados gastos de viaje en visitas a tu distrito donde se reúnan los ciudadanos a decirle la postura que debe defender en el Congreso. Pregúntale todo el tiempo qué puntos del plan ha llevado a cabo y si ha surgido algún otro tema en la cámara para que lo discuta con los ciudadanos que representa. Denuncia ante la Secretaría de la Función Pública cualquier desaguisado de tu diputado y asegúrate de que se proceda. Mantén las cuentas de tu diputado, auxiliándote con la página del IFAI para saber en qué se está gastando TU dinero. ¿Suena raro? Sí, porque tanto el órgano legislativo como los ciudadanos estamos acostumbrados, no a delegar responsabilidad en nuestros funcionarios, sino a firmarles un cheque en blanco que les permite defender solamente sus causas personales y partidistas y olvidarse tanto de su distrito como de los intereses del país.
¿No puedes hacer tanto trabajo tú solo? No hay problema, el distrito es muy grande y, repartiéndose todo esto entre mucha gente, no sólo va a ser más efectivo, sino más fácil. Y por cada distrito que haga esta noble labor, tendremos un legislador más que realmente esté respondiendo dignamente ante tan apremiantes circunstancias.
La era de la información debería traernos más que sólo entretenimiento en nuestras horas de soledad. También debe poder unirnos para un fin común como hacer trabajar de manera congruente a quienes deciden los destinos de todos nosotros.
emmadr@gmail.com
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