Fuente: La Jornada de Veracruz
Orizaba, Ver.- Hasta hace dos décadas esta zona era considerada como “la Manchester veracruzana”. El apogeo textil prometía la bonanza para la sociedad. Sin embargo, la entrada en vigor, en 1988, de tratados comerciales internacionales, el acceso de tela asiática, especialmente, y la huelga nacional textil de 1992 ocasionaron que hoy esas faraónicas fábricas estén reducidas a ruinas, abandonadas y sin un futuro inmediato. Las promesas de la reactivación industrial y el aprovechamiento de los edificios, desde finales del sexenio de Patricio Chirinos hasta el gobierno de Fidel Herrera Beltrán han sido sólo eso: ofrecimientos incumplidos.
La industria textil en la zona centro de Veracruz tuvo su florecimiento a finales del siglo antepasado. De acuerdo con el libro: Centenario 1889-1989 de Luis Everaert, la primera industria textil se instaló en Orizaba. “La visión de algunos hombres de empresa, entre quienes se contaba Lucas Alamán, hizo que fijaran su atención en las ventajas climáticas e hidrológicas de la región de Orizaba y los indujo a fundar en un barrio de la ciudad, en 1836, la fábrica de hilados y tejidos de algodón de Cocolapam”. A decir del autor, a partir de ahí, “se propició la instalación de nueva factorías en la zona”.
“En esos mismos tiempos prosperaban en diversos puntos de la República los comercios de venta de tela y ropa y sus propietarios se percataron de que les resultaba más ventajoso que ellos mismos produjeran los artículos que vendían en sus tiendas. Por ello se asociaron varias de esas casas comerciales para constituir una agrupación industrial con el fin de adquirir fábricas de hilados y tejidos e instalar otras nuevas”.
“Así nació el 28 de junio de 1829 la Compañía Industrial de Orizaba, Sociedad Anónima, que incorporó las factorías de Cerritos, San Lorenzo y Cocolapam y construyó la gran fábrica de Río Blanco, que fue inaugurada tres años más tarde, y posteriormente la planta hidroeléctrica de Rincón Grande”, se lee en el documento.
Desde su nacimiento, la industria textil fue generadora de numerosas fuentes de empleo. Antes de la quiebra de la industria, se calcula que las cinco fábricas textiles de la zona daban empleo a por lo menos 10 mil familias de los municipios de Orizaba, Río Blanco, Nogales y Ciudad Mendoza. Hoy, eso sólo son recuerdos.
En sus inicios, hasta la década de los 80, la industria textil sorteó problemas de modernización. El mismo documento detalla la crisis que enfrentó la industria en 1968, sin embargo, supo salir adelante y consolidarse como la primera fuerza industrial de la zona centro del estado de Veracruz.
Empero a finales de esa misma década es cuando inicia la debacle textil
“Los problemas de la industria empiezan en 1988, asegura César Silva Reyes, ex obrero de la fábrica Río Blanco y actual dirigente regional de la CROC; la apertura de los tratados comerciales internacionales, abrió las fronteras para que entren productos textiles del extranjero”: ésa fue la primera crisis.
“En el 92 se reflejan los efectos de esa crisis y se recrudecen cuando estalla la huelga nacional textil y es hasta ahí cuando se quedan la mayoría de las industrias”, revela.
Ahora bien, esta huelga nacional textil es producto del intento que en 1991 tuvieron los empresarios del ramo por suprimir el fondo de ahorro y el fideicomiso o mutualidad de retiro, que no consiguieron.
Pero esta huelga, estallada el 24 de julio de 1992 en todas las empresas textiles del país, produjo sus consecuencias: “el cierre inmediato de 57 fábricas (finalmente la cifra se elevó a 86), el despido masivo de aproximadamente 9 mil trabajadores, la terminación del contrato ley y la supresión de prestaciones, las cuales ascendían a 39 por ciento de los salarios reales” (tomado de http://esp.mexico.org/lapalabra).
Aquí, en Orizaba, la huelga nacional obligó al cierre inmediato de las cuatro fábricas textiles, relata César Silva: Río Blanco, Cerritos, San Lorenzo y Cocolapam, no soportaron los estragos del embate extranjero, la reducción de ventas, los salarios y prestaciones que tenían los trabajadores. Se inició el derrumbe. Estas empresas que hoy se encuentran en ruinas, “producían una variedad de productos (sic), mezclilla, terlenca, había una gran variedad de los productos e incluso algunos de ellos de exportación”
Por otro lado: “en sus años de florecimiento, las empresas textiles de la zona llegaron a producir hasta 5 u 8 millones (sic) de tela mensuales”, opina José Torres Serrano, asesor vitalicio de lo que queda del Sindicato Textil de la Compañía Industrial Veracruzana (Civsa), de Ciudad Mendoza.
No obstante, dos años después, en medio de la desesperanza y la crisis de las familias que dependían de la industria textil, apareció Juan Mata García, empresario desconocido para la zona, pero que compró lo que quedaba del consorcio Cidosa. “El monto por el que adquirió las empresas nunca se sabrá, afirma Silva Reyes”. Como tampoco se certificará que el industrial, presuntamente era prestanombres del entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, quien incluso reinauguró la fábrica de Río Blanco, la que cambió de nombre, de Cidosa pasó a ser “Plamat”.
La bonanza con la que llegó Juan Mata y la reactivación de la industria textil le valieron para que incluso el entonces presidente de Canaco, Juan Manuel Díez Francos, lo nombrara “El empresario del año”. Con una inversión sin precedente, se reactivó la fábrica de Río Blanco, pero se liquidó al personal de Cerritos y Cocolapam. Ahí, en esas dos empresas se anunció la creación de una armadora de autos y una fábrica de muebles: esos sólo anuncios, nunca se concretaron.
Sin embargo, tres años después, el emporio de Juan Mata se derrumbó y todo ello coincidió con la persecución política del ex presidente Salinas.
En la fábrica de San Lorenzo, también en ruinas, una huelga estallada la llevó a la quiebra y las propiedades fueron adjudicadas a los obreros, que pasaron a ser copropietarios. Hoy, la mayor parte de las propiedades de la industria y del sindicato han sido vendidos y el dinero repartido entre algunos cuantos de los ex obreros.
Civsa, situación similar
“En Mendoza, el problema se empieza a vivir en 1988 cuando llega el sindicato de ruta 100 al sindicato textil. En el 92, la huelga nacional paró dos meses las actividades y muchas empresas desaparecieron el contrato Ley, porque muchas empresas no aguantaban el contrato colectivo de trabajo. El conflicto de Civsa se agudiza en el 96 con el Tratado de Libre Comercio. De ahí para acá se agudiza todo en la Compañía Industrial Veracruzana”.
Pero los problemas entre los mismos trabajadores minaron para que la producción se redujera en esa empresa. El 26 de septiembre de 1991, el comité en funciones estalló una huelga por el despido de 56 trabajadores. Ese comité era encabezado por Lorenzo Escobar Velasco, afirma Torres Serrano, con el asesoramiento de Arturo Fernández Arraz y Ricardo Barco, dirigente del Sutaur 100.
Sin embargo, en otra asamblea, los mismos trabajadores eligieron a un nuevo comité que entonces encabezaban Esteban González Rosas y Benjamín Jiménez Rosas. Esta elección provocó enfrentamientos entre los obreros y el desalojo de textileros ordenado por el entonces gobernador Dante Delgado y ejecutado por elementos de la desaparecida Dirección de Seguridad Pública.
Actualmente, esta industria se encuentra en huelga estallada el 25 de enero del 2006 y los empresarios en su momento se declararon en quiebra técnica y en estos momentos se encuentra en litigo la adjudicación de las propiedades.
Pero las condiciones en las que se encuentra lo que fue la industria textil, ha sido la bandera política de los mandatarios en turno. A finales del sexenio de Patricio Chirinos y hasta el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, cada año, en la conmemoración de los “Mártires de Río Blanco” se anunció primero y en su momento, la reactivación de la industria textil; ahora, en el gobierno de la fidelidad, el aprovechamiento de las instalaciones textiles para armadoras de autos o generadoras de energía eléctrica, sin embargo, ésos han sido sólo anuncios, nunca acciones concretas.
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