J. Enrique Olivera Arce
Veracruz. LXI Legislatura, del servilismo a la ignominia
“Más seguro lo comido, ya mañana dios dirá”. Bajo esta premisa se pretende asegurar el cierre exitoso de la administración pública que mediáticamente ha convencido a muchos de una presunta eficiencia y eficacia que ha mantenido a lo largo de casi cinco años tanto finanzas gubernamentales sanas, como un blindaje contra toda adversidad que pudiera llegarnos de fuera bajo los efectos del fenómeno “cucaracha”.
Bajo esta misma premisa, el Maestro Fidel Herrera ejerció un efectivo chantaje poniendo en la balanza la paralización de la economía veracruzana, o el salvador remedio de un cuantioso endeudamiento público bajo la modalidad de eso que pomposamente se ha dado en llamar bursatilización. Capitalizando en su favor indiferencia o ignorancia de la gente común, interesada más en su personal y galopante deterioro de la economía doméstica que en la estrategia gubernamental de tapar hoyos abriendo boquetes.
Pareciera absurdo, si no viviéramos en la surrealista y fiel isla de la fantasía. Sin haber hecho a fondo una evaluación de destino de recursos y resultados del anterior endeudamiento que bajo la misma modalidad, comprometiera en la bolsa de valores el impuesto a la tenencia de automotores, sin más, transitando del servilismo a la ignominia, la LXI Legislatura local se anticipó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aprobando mediante el clásico mayoriteo, un nuevo endeudamiento por la friolera de 6 mil 800 millones de pesos, que compromete por quince años parte de las futuras participaciones de recursos que la federación está obligada a poner anualmente a disposición de la hacienda pública estatal. Con ello, el gobernador sacrifica el futuro de Veracruz en aras de un incierto presente, obligado a cubrir pasivos cuyo origen carece de transparencia.
Lo curioso del caso es que localmente se aprueba bursatilizar recursos presupuestamente aún no aprobados por la Cámara Baja del Congreso de la Unión para el 2010 y años venideros y que, en su momento, no dejarán de ser federales en tanto no sean recibidos oficialmente por la hacienda estatal.
Lo más lastimoso es el hecho de que 29 diputados locales, avalados por los 21 diputados federales electos de la entidad -en carta abierta publicada en diversos medios impresos-, que en los hechos son más fieles servidores del gobernador que representantes de la voluntad popular, con el mayor desparpajo y desvergüenza, sin mediar consulta con sus electores, levantaran el dedo aprobando hoy lo que para mañana será una carga de grandes proporciones para quienes les toque gobernar a Veracruz en las tres próximas administraciones. Amén de lo que para la ciudadanía en general representará el contar con una hacienda pública estatal de antemano comprometida.
La historia de Veracruz, o la SCJN, en su caso, ya pondrá a la LXI Legislatura local en el lugar que les corresponde
En colaboración anterior ya afirmaba que todos los partidos, sin excepción, pasan por una crisis de representatividad, credibilidad y confianza. Lo mismo se puede afirmar de la mayoría de los diputados, que atienden a consignas partidistas y de los gobernadores y no a quien se deben, los ciudadanos en general, sin distingo partidista. Lo cual por puro sentido común, indica que la crisis del sistema de partidos políticos se hace extensiva al poder legislativo, federal o local, que a los ciudadanos ni les inspira confianza y credibilidad, ni mucho menos se sienten democráticamente representados.
Vaya en estas líneas nuestro respetuoso reconocimiento a aquellos diputados locales que votaran en contra de la iniciativa de Fidel Herrera Beltrán o que, con un mínimo de dignidad se abstuvieran de aprobar el todavía presunto endeudamiento multimillonario.
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