Por Fernando Bossi*
Luego de una reunión que mantuvo el comandante Daniel Ortega con diferentes dirigentes latinoamericanos, un grupo de periodistas se acercó al presidente hondureño Manuel Zelaya y, entre preguntas y respuestas atinadas se oyó: “¿Se incorporará al ALBA, Presidente Zelaya? Estamos haciendo todas las gestiones para hacerlo.
¿Es segura la decisión? Totalmente segura”. Un gobierno más latinoamericano estaría a punto de ingresar en
Mientras tanto, Petrocaribe sigue incorporando nuevos integrantes: Guatemala y Costa Rica son dos nuevos miembros. La política de integración y unidad bolivariana, avanza sin descanso en toda Nuestra América. El vicepresidente de Guatemala Rafael Espada afirmó recientemente: “Si Centroamérica y América Latina no se unen, vamos a estar muy desperdigados en nuestras fuerzas. La fuerza de América Latina es esa Unión de la sangre latina, en la que debemos trabajar todos juntos”.
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua,
Es por lo tanto claro que
Más allá de los gobiernos nacionales que han firmado el ALBA o están en posibilidad de hacerlo, este espacio, como ningún otro, ha generado una expectativa mayúscula en los movimientos sociales de la región, como asimismo en una infinidad de gobiernos locales. No es temerario afirmar entonces, que el ALBA ya es más que los países cuyos gobiernos lo han firmado, porque existen fuertes organizaciones sociales y gobiernos locales de países cuyos gobernantes no adhieren al ALBA que sí desearían incorporarse.
Cuando en
El Consejo de Movimientos Sociales del ALBA por lo tanto, debe asumir una destacada tarea como promotor, articulador y ejecutor de las políticas de unidad emanadas de los acuerdos Grannacionales ya alcanzados, como asimismo la de proponer nuevos proyectos Grannacionales elaborados por los propios movimientos sociales.
Dieciocho proyectos están hoy en marcha sostenidos sobre los principios de la complementación, la colaboración y la solidaridad. Como decía uno de los documentos de
Los movimientos sociales tienen una inmensa tarea y responsabilidad: apoyar, sostener y construir junto a los gobiernos revolucionarios de la región y comprometerse protagónicamente en la articulación en pos de la unidad popular latinoamericana caribeña. El Documento Político de
Más para que esto sea así, es atinente insistir en la necesidad de que los movimientos sociales del ALBA y aquellos que aspiran a ingresar, entiendan que hemos entrado en una nueva etapa de la lucha revolucionaria en Nuestra América. De la resistencia al modelo neoliberal de la década de los 90, hemos pasado, como bien lo destaca Emir Sader, a otra fase, “la de construcción de alternativas y de la disputa por una nueva dirección política”; y agrega: “Quien no entiende esa nueva fase, dejó de captar la marcha de la lucha antineoliberal. Quien persiste en la “autonomía de los movimientos sociales” quedó relegado al corporativismo, oponiendo autonomía a hegemonía y renunciando a la lucha por la construcción del “otro mundo posible”, que pasa por la conquista de gobiernos, para afirmar derechos – dado que el neoliberalismo es una máquina de expropiación de derechos”. La lucha de los movimientos sociales entonces, debe de acompañar permanentemente a la de los gobiernos revolucionarios, impulsando las transformaciones estructurales de la sociedad, combatiendo en todos los frentes a la contrarrevolución y acelerando los procesos de unidad nuestramericana; en síntesis: asumiendo la dimensión política acorde al momento histórico. Como lo ha marcado el Presidente Chávez: “se impone de nuevo lo que pudiéramos llamar la revancha de la política, que la política vuelva a la carga y que tome la vanguardia de los procesos de integración”.
Esa orientación, que asumió desde su nacimiento el Congreso Bolivariano de los Pueblos, al incluir en un mismo espacio a fuerzas sociales y políticas, fue un acierto a veces poco valorado.
Siguiendo con Emir Sader, el intelectual brasileño, nos dice: “Los movimientos sociales son un componente, muy importante, pero no el único, del campo popular o del campo de la izquierda, como se quiera llamar, al que pertenecen también las fuerzas políticas, gobiernos locales, estaduales (provinciales) o nacionales. Nunca los movimientos sociales, autónomamente, dirigirán o han dirigido un proceso de transformación en la sociedad. Para hacerlo, tuvieron que – como en Bolivia – construir un partido, en este caso el MAS (Movimiento al Socialismo); esto significa restablecer, de una nueva forma, las relaciones con la esfera política, para poder construir una hegemonía alternativa”.
Concluyendo: el ALBA existe gracias a la iniciativa de gobiernos populares y revolucionarios que lo lanzaron a andar; asimismo estos gobiernos, con sus partidos políticos revolucionarios (Partido Comunista de Cuba, Partido Socialista Unido de Venezuela, Movimiento al Socialismo de Bolivia y Frente Sandinista para
El momento actual requiere de unidad más unidad, y los movimientos sociales no están ajenos a esta necesidad. Unidad en el movimiento obrero, campesino, indígena, de mujeres, estudiantil, de técnicos y profesionales, los jóvenes, los movimientos barriales, etcétera, de cada uno de los países que conforman el ALBA y de aquellos que aspiran a ingresar. Así, los movimientos sociales unidos, junto a los gobiernos y partidos políticos revolucionarios lograremos el objetivo estratégico. Como bien lo decía Simón Bolívar: “Unidad y seremos invencibles”.
* Secretario de Organización del Congreso Bolivariano de los Pueblos
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