Eduardo Ibarra Aguirre
Transcurridos dos años del 2 de julio de 2006, una encuesta revela que 43. 4 por ciento de los ciudadanos perciben que el conflicto abierto por la elección presidencial --y los que legalmente la calificaron-- aún no está cerrado, frente a 40. 4 por ciento que piensa que ya está solucionado.
Con todo y ejercicio del poder por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y a pesar del coro que aún orquesta el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, dos años después uno de cada tres mexicanos estima que el domingo 2 se cometió fraude en los comicios más reñidos en la historia de México. Y uno de cada cuatro ciudadanos considera que Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial.
La percepción ciudadana sobre la situación política del país no mejora, pese a la trascendente –y discutible en varios aspectos-- reforma electoral aprobada por las tres fuerzas políticas principales y rechazada hasta la desobediencia militante de mandatos legales por el duopolio televisivo, en particular la empresa de Ricardo Benjamín Salinas Pliego-- e impugnada por el oligopolio radiofónico. Cierto, también, que no se presentaron desencuentros comiciales posteriores.
El hecho es que en 2007 los ciudadanos estimaban cierta mejoría en el clima político, pero nuevamente 71 por ciento estima que es peor ahora que hace un año y el porcentaje se acerca al existente en octubre de 2006 y que fue de 75 por cada 100.
La geografía de la percepción del fraude electoral se divide de la siguiente manera: en el centro de
La división ciudadana persiste.
Dicho llanamente: No supera el país todavía el profundo disenso electoral y sus secuelas que permiten a casi tres de cada cuatro mexicanos percibir que el ambiente político empeora, cuando la falta de oficio y de operación gubernamentales, el afán ilimitado de hacer negocios con Petróleos Mexicanos en beneficio de las trasnacionales energéticas y también de funcionarios públicos, conduce al país en línea directa a un encontronazo de consecuencias impredecibles sin que al parecer le importe a la voraz efebocracia gobernante.
Un mínimo aviso de la extendida y creciente irritación popular lo recibió Calderón Hinojosa en Villa de Allende, estado de México, donde mazahuas fueron replegadas a base de escudazos y toletazos por desplegar mantas y corear “!Queremos agua!” que hace dos años les prometió.
¡Indias tenían que ser!, dirán en el primer círculo del michoacano. Una de ellas tronó contra Calderón: “No nos interesa el piso firme que viene a entregar. Queremos justicia y agua, nada más. ¿Por qué no da la cara?”. Porque literalmente salió huyendo, junto a Enrique Peña Nieto, Ernesto Cordero Arroyo y Luis Héctor Álvarez Álvarez. Para ello contaban con cinco helicópteros de
La triunfal gira mexiquense por Temoaya, la de los “¡Felipe, Felipe!” y los “¡Enrique, Enrique!”, la de los 10 mil indígenas y campesinos acarreados por “el gobernador más guapo del país” y derrochador del presupuesto para el propósito privado de apuntalar su imagen en el electorado, se echó a perder en zona mazahua. Pero oportunamente fue rescatada por Leonel Godoy Rangel en Zitacuaro y Ocampo, con desmedidos elogios al paisano porque “lo cortés no quita lo valiente”. Y, sobre todo, los recursos federales para Michoacán bien valen no una misa, sino desfiguros y lambisconerías ajenas a la vida republicana de una Federación que tampoco requiere de regionalismos autoritarios y ridículos como “michoacanizar el gobierno”.
Acuse de recibo
El periodista Gustavo Cortés Campa pregunta: “A 11 días de la tragedia de Newa (sic) Divine aún espero encontrar un comentario, tuyo o de los que recopilas para tu servicio. ¿Cómo es que un asunto tan grave ha pasado de noche?”… El doctor José Enrique González Ruiz dice que “Forum cuenta con nuestra solidaridad activa. Digan qué hacer”… Ramsés García Ancira Saba informa: “Hace un año presentamos en
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