Independientemente de ideologías políticas, el asunto de la reforma energética para nuestro país nos afecta a TODOS LOS MEXICANOS. A través de los medios masivos de comunicación (por ejemplo, televisión) se nos insiste en que ceder (por cualquiera de las instancias 'legaloides') los derechos de exploración, perforación, refinación, petroquímica, distribución y transporte (entre otros rubros), a empresas particulares tanto nacionales como extranjeras, será 'bueno' para México. Los argumentos que el Estado mexicano esgrime son, por mucho, simplistas y falaces. Se limitan a decir que 'tenemos un tesoro escondido en nuestras aguas profundas', refiriéndose a que en las profundidades de nuestros mares existen vastos yacimientos de petróleo (que, por cierto, no han sido comprobados). Pero es solamente un ardid publicitario para sensibilizar a la opinión pública con el propósito de abrir PEMEX a la inversión privada. Porque, lo que NO SE NOS DICE es que en tierra firme y en los litorales existen más de 300 yacimientos (plenamente confirmados) en todo el territorio nacional y que no han sido explotados porque el “gobierno” federal (desde hace varias décadas) no ha invertido las grandes ganancias generadas por la industria petrolera en todos esos rubros mencionados anteriormente y que ahora quiere entregar a empresas particulares. Desde que se inició la explotación petrolera en nuestro territorio nacional (primero por empresas extranjeras y después por el Estado mexicano gracias a la Expropiación de 1938) hasta nuestros días, solamente se ha explotado el 30 % de los yacimientos comprobados, por lo que México tiene suficiente petróleo no solamente para nueve años como NOS HA MENTIDO Felipe Calderón, sino para muchas décadas más. Es por ello que empresas extranjeras como Repsol, Exxon Mobil, Texaco y Shell están tan interesadas en apropiarse de los derechos de explotación del petróleo en nuestro país. Si sólo tuviéramos reservas petroleras para nueve años, ninguna empresa importante se arriesgaría en invertir en México. TAMPOCO SE NOS HA DICHO que EEUU ha estado realizando labores de exploración y extracción en las profundidades del Golfo de México desde hace 17 años y que datos oficiales de ese país confirman que el contenido de esos yacimientos comenzó a declinar el año pasado (2007), por lo que está claro que en esos yacimientos submarinos no hay mucho petróleo además de que los “gringos” ya se han apropiado de la mayor parte.
Las voces más alarmistas del “gobierno” mexicano nos han dicho que PEMEX se encuentra al borde de la “quiebra” y que antes de que colapse deben entregarse a particulares las concesiones para la explotación de nuestro petróleo; acompañando a este “argumento” se nos insiste en que ello nos beneficiará reduciendo el costo de los derivados del petróleo (por ejemplo, gasolinas, diesel, petroquímicos y materias primas y de consumo en general), así como que se favorecerá (ahora sí) el desarrollo del país. Pero lo que NO SE NOS HA DICHO es que PEMEX es la empresa más productiva del país y es una de las empresas más rentables del mundo (por lo que su inminente “quiebra” financiera es una vil mentira). En el sexenio de 2000 a 2006, PEMEX tuvo ingresos por $347,000,000,000 U.S (trescientos cuarenta y siete mil millones de dólares). Y nada más en el año 2007, PEMEX generó ganancias por más de $104,000,000,000 U.S. (ciento cuatro mil millones de dólares), según datos oficiales. Lo que TAMPOCO SE NOS DICE es que, a pesar de la gran rentabilidad de nuestra empresa PEMEX, sus problemas financieros no radican en su supuesta crisis que el “gobierno” mexicano se ha inventado para tratar de convencernos a todos los mexicanos de que nuestra empresa debe ser privatizada (aunque dicho “gobierno” sostiene que jamás ha utilizado la palabra “privatización” en su propuesta de reforma energética, es obvio que ese es su objetivo), sino en el brutal cobro de impuestos que se ejerce sobre PEMEX, que paga el 60 % (sesenta por ciento) de sus ganancias a Hacienda; a diferencia de los grandes consorcios industriales y de la banca, que son particulares o extranjeros (por ejemplo, Bimbo, Coca-Cola, Banamex, entre otros muchos) que prácticamente no pagan impuestos debido a los privilegios fiscales concedidos por Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y llevados al extremo por Vicente Fox. Hoy en día, ya es parte de la trágica historia de nuestra Nación, que los dueños de esos consorcios fueron los que participaron activamente, y violando todas las leyes de nuestro país, para imponer a un Felipe Calderón manipulable a su antojo, en la presidencia de nuestra República. Es indignante que con el reciente aumento en el precio del barril de petróleo ($90 U.S.), México no se beneficie de ello, como habría de esperarse siendo un país productor del hidrocarburo, sino que se empobrezca aún más; pero no por las razones absurdas y confusas dadas por Felipe Calderón en uno de sus más recientes y estériles discursos; sino porque al generar más ganancias, Hacienda le cobrará a PEMEX muchos más impuestos de los que ya le cobra despiadadamente. Pero esto último NO NOS LO HAN EXPLICADO ni la presidencia ni los medios de comunicación.
Entonces, ¿qué es lo que se hace con las ganancias generadas por PEMEX? Bueno, solamente de las reservas primarias de PEMEX hay alrededor de $457,000,000,000 M.N. (cuatrocientos cincuenta y siete mil millones de pesos mexicanos), pero NO ESTÁ DISPONIBLE para los gastos de la Nación, ni mucho menos para fomentar el desarrollo o para resolver los problemas en materia de salud o bienestar social; ni para generar empleos, ni para invertir en la educación y en la formación de ingenieros y científicos que pudieran desarrollar nuestra propia tecnología petrolera y así no depender de empresas privadas para la explotación de nuestro petróleo; sino que un reducido grupo de personas que “gobiernan” a este país lo tienen colocado en bolsas de valores, en bancos o en “paraísos fiscales”, obteniendo de ello jugosas ganancias con un riesgo constante de perderlo todo en un “mal negocio” o en una “mala jugada” en la bolsa. También se emplea en el pago de spots publicitarios por parte del “gobierno”. Solamente, para comprar tiempo-aire en televisión, PEMEX ha gastado el 70 % de su presupuesto de $218,000,000 M.N. (doscientos dieciocho millones de pesos mexicanos) destinados para publicidad, durante el primer trimestre del presente año (2008), para tratar de colocar en la mente de los mexicanos el “cuento del tesoro escondido en las aguas profundas”. Además se han contratado a “creativos” para que a través de medios que no están dominados por el “gobierno” mexicano (por ejemplo, en Internet por medio de blogs, consultas online, y sitios como You Tube) generen información que trate de anular a los opositores a la reforma energética que, según las encuestas representativas más conservadoras, componen aproximadamente el 70 % de los mexicanos encuestados. Otra cuestión que TAMPOCO SE NOS DICE en los spots televisivos es que más del 40 % de los impuestos que se cobran por la renta petrolera, se destinan NO para gasto social como construcción de escuelas, hospitales o albergues (para ello nos piden a los ciudadanos que aportemos en el “redondeo” o en el “teletón”); NO para la generación de empleos; NO para gastos de infraestructura como carreteras, aeropuertos, puertos marítimos, calles, o drenaje; NO para subsidiar una educación de excelencia ni la investigación científica o social o humanística en las universidades públicas. NADA DE ESO. Se emplea para pagar los elevados sueldos de los servidores públicos; desde el presidente de la República, pasando por los senadores y diputados, por los ex-presidentes de la República, por los magistrados de la Suprema Corte de Justicia (que son los mejor pagados del mundo), por los consejeros del IFE y por los magistrados del Tribunal Federal Electoral cuya función está limitada a las jornadas electorales (cada tres años) pero que, sin embargo, cobran igualmente sus elevados sueldos aún fuera del periodo de las campañas electorales durante todo el sexenio y, para colmo, terminan dictaminando NO conforme a la voluntad del electorado sino a como les es dictado desde la presidencia de la República o desde las corporaciones empresariales dominantes en México; hasta los burócratas de más bajo rango que, en muchas ocasiones no realizan adecuadamente su trabajo generando contratiempos y disgustos entre la ciudadanía que requiere de atenciones en las diversas instituciones del Estado.
La privatización de nuestro petróleo no hará que México se desarrolle. Durante décadas, al menos desde los años 70’s, todos los mexicanos hemos escuchado el mismo discurso: “no hay recursos ni dinero para atender apropiadamente las necesidades del país”, que “México ocupa uno de los últimos lugares en diversas clasificaciones internacionales en cuestión de finanzas, producción, educación, desarrollo, competitividad y otros ámbitos”, que “es menester aumentar los impuestos, inventar otros y aprender de los errores del pasado para fortalecer las finanzas públicas”. Y el punto culminante de todas estas “cantaletas” gubernamentales es: “ahora sí se dará un apoyo prioritario al campo mexicano”. Durante ese lapso se han privatizado empresas y recursos que eran de la Nación (por ejemplo, Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, entre otros), se han aumentado los impuestos y se han inventado otros, han pasado seis sexenios supuestamente aprendiendo cada uno de los errores del pasado y, sin embargo, después de treinta y ocho años, la “cantaleta” sigue siendo la misma pero con matices más graves pues ahora México ya no ocupa uno de los últimos lugares, sino el último lugar en educación básica (primaria y secundaria) o en recaudación fiscal (según la OCDE). Sólo por mencionar el caso más grave, durante el sexenio de 2000 a 2006, México dejó de percibir alrededor de $3,000,000,000,000 M.N. (tres billones de pesos mexicanos) debido a los privilegios fiscales (como no pagar impuestos, entre otros) que Vicente Fox le concedió a los grandes consorcios empresariales privados y extranjeros. De hecho, los análisis realizados por expertos en finanzas y economía, han estimado que de haberse recaudado esa cantidad de dinero, PEMEX se habría convertido, actualmente, en la primera empresa petrolera del mundo, sin haber requerido la inversión privada. Ahora, también, tenemos uno de los índices de desempleo y subempleo más alarmantes de nuestra historia y, para variar, el apoyo al campo sigue siendo la “cereza del pastel” en los discursos presidenciales pero con el pequeño detalle de que la emigración hacia EEUU por parte de esos campesinos engañados permanentemente por su propio “gobierno” es la más grande de los últimos tiempos, con el consecuente abandono de sus tierras, ahora improductivas o, en el peor de los casos, apropiadas impunemente por esas compañías que no pagan impuestos (como Bimbo, Kellogg’s, Nestlé, entre otras). ¿Y la privatización? Pues tampoco ha solucionado nada. No solamente no se ha desarrollado nuestro país con las privatizaciones, sino que se nos ha “atrapado” como consumidores cautivos de los bienes y servicios que ofrecen las empresas privadas sin muchas opciones alternas que sean plausibles para nuestras necesidades y, en ocasiones, a un precio muy elevado. Solamente por citar dos ejemplos, el servicio de telefonía celular, en México, es uno de los más caros del mundo, al igual que los intereses bancarios y recargos por el uso de tarjetas de crédito.
Hay tantas cosas que NO SE NOS HAN DICHO NI EXPLICADO que la realidad resulta abominable, pero estamos a tiempo de detener la debacle hacia la que nuestros “gobernantes” nos quieren llevar. Es importante tomar una decisión definitiva, pero no solamente en impedir que se apruebe la reforma energética de Felipe Calderón y sus empresarios cómplices, sino en EXIGIR la justa distribución de los ingresos generados por PEMEX, pues no se nos olvide que es NUESTRA EMPRESA DE TODOS LOS MEXICANOS y que nadie, mucho menos un presidente impuesto en oposición a la voluntad popular, como lo es Felipe Calderón, tiene el derecho de vender lo que al país entero le pertenece.
Gran parte de lo que aquí se expone fue tomado de artículos escritos por Víctor Ronquillo, Jenaro Villamil, Arturo Cano y Carlos Fernández-Vega; todos ellos destacados investigadores y articulistas.
Atte: Gilberto Casillas Pétriz
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