Ayer…
Durante la Guerra de Intervención Norteamericana, aconteció una sublevación protagonizada por la Guardia Nacional de la Ciudad de México, la cual había sido conformada por órdenes del Presidente Valentín Gómez Farías, a efecto de acudir a la defensa del Puerto de Veracruz, el cual se encontraba bajo el asedio de las Fuerzas Armadas Estadounidenses, al mando del Gral. Winfield Scott.
Sin embargo, los batallones de la Guardia Nacional en lugar de acudir a la defensa de la nación, se sublevaron contra el gobierno de Gómez Farías, demandado su destitución como Presidente, y su sustitución por el Gral. Antonio López de Santa Anna, así como la derogación de un Decreto que establecía la ocupación de los bienes de la Iglesia para obtener recursos para hacer frente al invasor norteamericano.
El resultado de este golpe de Estado, fue que el Ejército de los EE.UU. ocupó Veracruz, tras un intenso y despiadado bombardeo, la destitución de un presidente progresista como Valentín Gómez Farías y la imposición de un traidor como Santa Anna, y por supuesto, la Iglesia Católica mantuvo intactos sus bienes. El resultado final lo conocemos todos: México perdería la mitad de su territorio.
Hay quién defiende a los Polkos, aduciendo que se reivindicarían en la defensa de la Ciudad de México, y en efecto aunque tomaron parte en la etapa final de la guerra, el daño que causaron con el golpe de Estado ya estaba hecho, y era irremediable cambiar el rumbo de los acontecimientos por todos conocidos.
Hoy…
En diciembre de 2013, a más de 160 años de distancia del Tratado de Guadalupe Hidalgo, nuevamente nuestro país enfrenta una invasión norteamericana, en esta ocasión no hay una guerra convencional, pero si la imposición de su política energética. Y otra vez aparecen los polkos, quienes en lugar de hacer frente a la ofensiva de las contrarreformas neoliberales, avalaron la imposición de un presidente entreguista y traidor como Enrique Peña Nieto, al firmar el 2 de diciembre del 2012 el llamado Pacto por México, el cual establece una serie reformas que sólo benefician a la oligarquía mexicana y peor aún, a las grandes empresas transnacionales, especialmente a las norteamericanas. La joya de la corona es la Reforma Energética, la cual, como se había previsto en el Pacto por México, se abriría al capital privado nacional y extranjero, sin importar que se tratase de sectores estratégicos de la economía nacional.
No es de sorprender que el PRI y el PAN, así como sus satélites del PANAL y el PVEM avalaran esta reforma, ya que siempre han sido partidos ligados a la oligarquía, pero en el caso del PRD la historia es distinta, ya que dicho partido fundado precisamente por el hijo del Gral. Lázaro Cárdenas, quien expropiara las compañías petroleras extranjeras en 1938, siempre se había manejado como un partido progresista y ligado a la defensa de las causas populares. Sin embargo, al firmar el Pacto por México, dio automáticamente su aval a la privatización de las industrias eléctrica y petrolera. Por supuesto, ante la avalancha de críticas, al igual que los polkos trató de redimirse al cinco para las doce, anunciando su salida del Pacto por México, y votando en contra de la Reforma Energética, pero no nos dejemos engañar, esto sólo ha sido una simulación, pues el daño a la nación, al avalar el susodicho Pacto, ya está hecho y es irremediable revertirlo, la Reforma Energética, así como la Educativa, la Laboral, la de Telecomunicaciones y la Político – Electoral, ya están aprobadas.
La verdadera oposición, al igual que en 1847, se ha dado en la lucha popular, es de aplaudir la resistencia mostrada por el Magisterio agrupado en la CNTE, la CETEG y el MPMV a la aplicación de la Reforma Educativa. Así como, la lucha encabezada por MORENA en el caso de la Reforma Energética, ciertamente no se ha logrado frenar estas reformas, y el desenlace desgraciadamente sabemos que será la imposición de estas contrarreformas y que la lucha por revertirlas será ardua y muy larga. Sin embargo, éstas organizaciones a diferencia de los polkos del PRD ya se han ganado un lugar de gloria en la historia de México, pues han logrado exhibir a los traidores, quienes han tenido que sesionar en Congresos amurallados convertidos en cuarteles policiacos, y violando los procesos legislativos. El triunfo moral de estas organizaciones no es poca cosa, como no lo fue la ejemplar resistencia popular que se dio a la invasión norteamericana en las ciudades de Monterrey y Veracruz, o en las guerrillas del Padre Jarauta.
Esta victoria moral será inspiración para otras generaciones de mexicanos más despiertas que la actual y que sabrán defender el patrimonio y el futuro de sus hijos. Recordemos que la Guerra de Intervención Norteamericana gestaría a una generación de hombres y mujeres que veinte años más tarde sabrían defender a su Patria en las Guerras de Reforma y de Intervención Francesa. Hoy ya sembramos la semilla que más temprano que tarde, dará como fruto una nueva nación libre de la opresión de los oligarcas nacionales y extranjeros.
Ciudad de México, 13 de diciembre de 2013.
L.D. Jesús A. Palma M.
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