La población desarrolla sus actividades con confianza y respalda acciones de autodefensa
HÉCTOR BRISEÑO ( Enviado)
Ayutla, 15 de enero. "Nos ponemos los huaraches o nos espinamos", expresó un comandante de la Policía Comunitaria (PC) entrevistado en el crucero de Las Ánimas, en la comunidad de El Pericón, municipio de Tecoanapa, donde decenas de integrantes del comité de autodefensa ciudadana contra la delincuencia organizada montaron un puesto de control para impedir que los "chicos malos" transiten entre localidades y rancherías de la Costa Chica.
De origen indígena, moreno, con visión de largo plazo, consciente y seguro de que el movimiento que representa está basado en la justicia y el bienestar de los pueblos, subrayó que la situación de inseguridad era insostenible, por lo que campesinos tuvieron que organizarse para evitar extorsiones, secuestros y asesinatos.
Mientras compañeros de guardia piden documentación a conductores que transitan por el área, el comandante manifestó que “nos duele cómo otras personas vienen buscando el dinero extorsionando a campesinos, secuestrando y no conformes con eso, matando”, y enfatizó que “no estamos contra el narcotráfico, ni sus clientes ni lo que vendan, sino del crimen”.
-¿Qué sienten como indígenas de esta situación? -se le pregunta.
-Sentimos rabia y coraje.
-¿Cómo empezó esta resistencia?
-Nos habían secuestrado a dos comisarios; les advertimos que si había un tercero nos levantaríamos, que haríamos limpieza total, quisieron medir fuerzas y aquí estamos. Se equivocaron al meterse con el pueblo: no somos uno, somos muchos.
Puntualizó: “ya están advertidos, por cada uno que nos levanten, vamos por 10 de ellos".
Sostiene que el artículo 39 de la Constitución mexicana los respalda, pues el poder reside en el pueblo.
Recalcó que la ni la PC ni la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero están divididos, pues "por un par de líderes no se va a definir un movimiento", el cual, expresó, no se trata de una cuestión policiaca meramente.
Manifestó: “estamos poniendo el ejemplo, unirse para lograr la paz y la tranquilidad; en Ayutla, que es una ciudad, la gente ha empezado a dejar el egoísmo, se debe trabajar colonia por colonia; las diferencias entre nosotros las arreglamos, aquí es como en el cielo, todos tienen cabida”.
Al sitio acuden mujeres protegidas con rojos paliacates en sus rostros, a repartir tacos de guisados y chilate; las labores del campo no han sido descuidadas, mientras unos vigilan los caminos día y noche, otros se hacen cargo de las cosechas, pues la organización es importante para mantener la resistencia.
El también responsable de la vigilancia en el lugar, rememoró que fueron los partidos políticos y la religión lo que dividió a los pueblos.
Señaló que a más de 70 malhechores detenidos en la última semana se les respetan sus derechos, no se les ofende, se les proporciona atención médica y se les brindan alimentos.
-No queremos convertirnos en lo que tanto criticamos -expresa, y explica que es lo único que falta por definir con el Ejército: la situación de los delincuentes detenidos.
Cáncer nacional.
Pobladores de Ayutla y Tecoanapa, municipios de la Costa Chica de Guerrero, manifiestan mayor confianza y seguridad en su vida cotidiana tras el levantamiento ciudadano ocurrido el pasado 5 de enero contra la delincuencia organizada.
Hasta el chofer de un taxi colectivo que viaja de Acapulco a Ayutla, se apura a colocar la papeleta que muestra el permiso provisional para circular por la carretera libre, instantes antes de pasar por el primer puesto de vigilancia, pues manifiesta que los nuevos guardias "están muy estrictos".
En pequeños locales de comida, en el mercado y camionetas de rutas alimentadoras, la coincidencia es casi absoluta; "la verdad es que la gente está más tranquila desde que el pueblo se levantó en armas", señaló el conductor de una camioneta de transporte de Ayutla a Tecoanapa.
Ataviados con playeras en tonos oscuros, negros y café, pantalones de manta y mezclilla, pistolas, machetes, rifles de bajo calibre y paliacates, bufandas, playeras e incluso máscaras de luchador que cubren sus rostros, integrantes del comité de autodefensa ciudadano se instalan en puntos clave de caminos y comunidades desde las 8 de la mañana.
En uno de los accesos a Ayutla, un grupo de 40 hombres de todas las edades, planifica las actividades del resto del día.
Su coordinador, un hombre de canas y edad avanzada quien omite proporcionar su nombre, pues “el enemigo es peligroso y demasiado grande”, explicó que colaborarán con Ejército en vigilar sus comunidades.
Recalcó que se mantendrán vigilantes de la actuación de las fuerzas armadas, pues los pobladores siguen sin confiar plenamente en las autoridades.
Consultado por el sistema de autoprotección implementado por los ciudadanos, en su mayoría campesinos, manifestó que el problema de la violencia es un "cáncer nacional", y no solamente de Guerrero.
Comentó que serán respetuosos de la intervención oficial, pues también desean respeto a los usos y costumbres.
-¿Qué ocasionó el levantamiento, fue la inseguridad? -se le cuestiona después de organizar al grupo matutino encargado de la vigilancia en Ayutla.
-Fue el hartazgo; la tranquilidad social ha sido rebasada, a cada campesino le pedían 200 pesos y a los ganaderos 500, ya estaban fijando cuotas de acuerdo al tamaño de la casa y a las muchachas de Bachilleres las empezaban a molestar.
Recalcó que “no vamos a soltarles los callos, sabemos dónde están, vamos a peinar todas las comunidades”.
Explicó que el siguiente paso será unir a otros municipios, entre ellos San Marcos y Copala.
Expresó que “si los pueblos se unieran y adoptaran este sistema no pasaría la delincuencia organizada”.
-Al gobierno le debería dar pena y vergüenza, que con toda la ley y todo lo que tiene no haya podido poner orden; y que los pueblos que no conocen la ley se hayan organizado para acabar con el problema -señaló un carpintero en Ayutla.
-Yo les tuve que dar 5 mil pesos para que no se llevaran mi camioneta para trabajar; la verdad se estaban pasando de lanza los delincuentes -expresó un productor de jícama de la comunidad de El Limón.
-Nuestros padres se saludaban y se quitaban el sombrero, entre todos nos conocíamos, ahora vivíamos con la cola entre las patas, qué bueno que este movimiento surgió de la población indígena -mencionó un comensal de un local de barbacoa.
-A un vecino le llamaron y le pidieron 25 mil pesos, eso fue lo que detonó el problema aquí -relató un habitante de Tecoanapa.
Campesinos vigilantes se observan en diversos puntos de la carretera, y aseguran que lo mismo sucede en más de 150 comunidades en Ayutla y Tecoanapa.
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