Este lunes el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, reconoció que se utilizarán fondos públicos para costear su viaje, y el del director de Turismo y de dos regidores más, a España para presenciar la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza este domingo.
Con esta declaración el edil panista ha pasado del abuso al cinismo, porque la utilización del erario para asistir a la ceremonia religiosa de Navarra no sólo es injustificada, sino que también lo es su ausencia de las funciones para las que fue electo.
No hay razón de peso para que el munícipe vaya España, a pesar de que se pretexten invitaciones a otros actos de representación oficial en aquel país, pues hasta ahora no se ha hablado de algún beneficio concreto para la ciudad de Puebla, máxime cuando en los primeros días de su administración el gobierno de la capital estatal se ha visto rebasado en la capacidad de respuesta ante los problemas cotidianos y las demandas ciudadanas.
Pero no sólo constituye una falta constitucional que el presidente municipal de la Angelópolis acuda con su investidura oficial a un acto religioso, por la evidente violación al Estado laico, sino que esa actitud seguramente ofenderá al importante sector de cristianos que apoyó al panista durante su campaña, y el cual siempre ha criticado la anexión, cuando no la sumisión de las autoridades civiles a la jerarquía católica. En ese sentido, la libertad de Eduardo Rivera Pérez puede ser leída como una falta de respeto a las libertades de todos los cultos.
Fuente: La Jornada de Oriente
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