Movimiento Indígena Nacional (MIN)
Segunda parte
Los políticos liberales y conservadores constituyentes sabían de la lucha heroica de resistencia de los mayas en contra del invasor español al menos desde 1840 y en contra de la explotación de criollos y mestizos hasta 1901 cuando Porfirio Díaz por fin los pudo vencer militarmente aunque no acabar con su resistencia cultural. Sabían de la lucha de resistencia de los Yaquis desde los días de la invasión española y de la lucha autonomista del jefe Yaqui Cajeme cuyo legado aún era vigente durante los días del Constituyente. Sabían de los levantamientos militares de indios nahuas, ña-ñhú, tlahuicas, mazahuas, zapotecos y muchos otros más. La lucha libertaria india, aunque aislada una de otra, era ampliamente conocida. A pesar de todo, estos Constituyentes conceptualizaron a nuestros Pueblos, Tribus y Naciones como simples comunidades o -peor aún- como grupos de campesinos pobres, ignorantes y analfabetas. Si bien los Liberales y Conservadores se disputaban el Poder y la Nación hasta la muerte, el tema indígena los unificó, ahora se unían para impedir la mención siquiera en la Constitución de la palabra indio o indígena, para garantizar que no se hiciera referencia alguna a la existencia de Indios o Indígenas en el territorio nacional. Así, volvimos a quedar como extranjeros en nuestra propia tierra al menos por otros 100 años más
9.- Los nuevos liderazgos políticos e intelectuales liberales mexicanos nunca quisieron ver y reconocer a nuestros abuelas y abuelos indios como Pueblos, Tribus y Naciones originarias, como aliados para luchar por un Proyecto común de Nación étnicamente incluyente y culturalmente plural, porque nunca quisieron aceptar nuestro derecho a existir como sociedades originarias cultural e históricamente diferenciadas.
En su momento los Insurgentes, independentistas y ahora los revolucionarios de 1910 evitaron hacer un compromiso de alianza política con nuestros Pueblos, Tribus y Naciones pues de hacerlo los hubiera obligado a compartir espacios de poder en el nuevo Estado y un lugar digno en la nueva Nación. En ellos pesó más el espíritu del conquistador español que la justicia histórica.
10.- Zapata luchó heroicamente por la restitución de las tierras a sus Pueblos, su liderazgo y espíritu de la lucha del movimiento fue producto de formas de gobierno y del pensamiento de indios autónomos, pero al mismo tiempo el movimiento zapatista y sus Pueblos se reconocían parte de la Nación mexicana (aunque ésta los discriminaba) y le reconocían potestad al Estado mexicano (aunque éste les ignoraba sus derecho fundamentales). Su desengaño los llevó a luchar a lado de Madero y luego en contra de él. Por el contrario, otros Pueblos norteños como el documentado caso de la Tribu Yaqui, al menos hasta 1938, nunca se consideraron mexicanos porque lo que habían vivido por generaciones durante 300 años era que ahora los mexicanos habían sustituido a los españoles en la tarea de rapiña que hacían de sus recursos naturales, en el despojo de su territorio, la explotación y violencia racial de que eran objeto. Por eso los Yaquis siempre y hasta el presente han luchado por su autonomía.
11.- Los campesinos indígenas lograron visibilidad debido a su alto nivel de organización político militar especialmente en el centro del país, pero sobre todo porque lograron formular y plantear ante la Nación un Programa Político propio como lo fue el Plan de Ayala que tenía como eje articulador la demanda agraria y expresaba la demanda principal de una sociedad nacional mayoritaria y socialmente campesina.
Zapata cumplió su papel en el momento histórico que le tocó vivir y dignificó la lucha por la tierra. Pero no obstante el alto nivel político militar del movimiento zapatista, éste no logró perfilarse como Movimiento Étnico o Indígena ni reivindicar a los Pueblos, Tribus y Naciones indias como sujetos políticos actores en el escenario político nacional. En estos vacios conceptuales y programáticos estratégicos residió su fragilidad histórica.
La reducción del Programa Nacional Indio Autonómico a un Programa Agrario fue una limitación histórica. La felicidad de los Pueblos indios y su renacimiento no podía devenir solo de la tierra en sí misma, pues la Tierra es un componente del cuerpo social y cultural de nuestros Pueblos originarios, el rector pero no el único. Es nuestro corazón, pero sin el cuerpo no puede sobrevivir, como también nuestro cuerpo sin el corazón no es nada.
El resultado del esfuerzo zapatista es desalentador. Los constituyentes de 1917 concedieron derechos agrarios a los campesinos y hasta protegieron la propiedad ejidal y comunal de la tierra, en contracorriente de las antiguas leyes juaristas. Obregón restituyó parcialmente la tierra a los Pueblos indios de Morelos y luego Cárdenas concluyó el reparto, sin embargo, a 80 años de distancia de esa “generosidad” criolla y mestiza la miseria campesina no ha cambiado. Las leyes del mercado y sistema capitalista, las reformas agrarias de 1992 y el Estado corrupto propiciaron la proletarización campesina que condujo a nuevos ciclos de concentración de la tierra y con ello también de pobreza y la degradación socio cultural de nuestros Pueblos hasta casi su extinción.
La lección revolucionaria india de 1917 es que el programa libertario de los Pueblos originarios no reside en la restitución solo de la tierra sino en la restitución de los Territorios ancestrales y autónomos en sus cinco componentes: a) Tierra y Territorio, b) Gobierno propio, c) Ley propia, d) Lengua y Cultura materna y e) Espiritualidad. Territorios en donde los Pueblos Indios podamos ejercer legal y pacíficamente autogobierno, administración y justicia y así recrearnos. Territorios en donde nuestros Pueblos originarios puedan gradualmente reconstituirse en su memoria histórica, identidad, instituciones y leyes. Ahora nos queda claro que esto si es posible en el seno de un Estado Plurinacional Democrático (pluriétnico, pluricultural, multilingüe, de pluralidad jurídica) y una Nación incluyente. Por eso, los Pueblos Indígenas del presente somos zapatistas, más aún, somos Autonomistas.
12.- Además del racismo de Liberales y Conservadores, tres factores internos de los Pueblos, Tribus y Naciones indias fueron determinantes para que hayamos perdido esta segunda oportunidad histórica de redención étnica: A) La falta de proyecto político común entre los diversos Pueblos, Tribus y Naciones y culturas originarias del país que unificara a nivel nacional nuestros pensamientos, intereses y aspiraciones indígenas, B) La ausencia de pactos de unidad entre Pueblos, Tribus y Naciones que permitiera la construcción de una instancia de organización o coordinación nacional indígena para la acción conjunta y C) La incomprensión de la necesidad de construir alianzas políticas con las fuerzas políticas no indígenas para Pactar a su vez un Proyecto de Nación común.
Sin la existencia de los factores políticos de programa nacional indio y de organización nacional no era posible que se tendieran puentes de diálogo y de alianza política con otras fuerzas político-militares para pactar un Proyecto de Nación unitario.
Los indios revolucionarios de 1910 dejaron la política a los políticos y con ello también les dejaron nuestro futuro.
13.- El Estado mexicano gobernado a partir de 1920 por una nueva clase política neoconservadora y conservadora, se propuso en los años 30´s resolver en definitiva “el Problema indio” mediante una política de Estado etnocida denominada Indigenismo.
Esta política la empezó a construir Lázaro Cárdenas quien convocó a los científicos sociales del país y del extranjero, en especial a los antropólogos y arqueólogos como Gonzalo Aguirre Beltrán y Alfonso Caso para que aconsejaran la solución al “Problema Indio” de México.
La primera conclusión de éstos fue destacar lo peligroso de la existencia étnica de los Pueblos Indígenas pues tan solo con su existencia cuestionaba el modelo de Nación Única existente desde hacía 150 años con el surgimiento del Estado y la Nación mexicana. Una segunda conclusión fue que el Estado mexicano debía de apropiarse del Patrimonio Cultural milenario e identitario de los Pueblos Indígenas y reclamarlo como elementos de la identidad de la Nación mexicana. Por eso habría que eliminar a los Pueblos Indígenas o reducirlos numéricamente a un nivel de bajo impacto, ya no con balas como fue durante los 120 años precedentes sino aculturizándolos, asimilándolos cultural y étnicamente.
Finalmente la política de Estado en materia indígena denominada Indigenismo la instituyó Miguel Alemán Valdez en 1948 para lo cual fundó el Instituto Nacional Indigenista (INI). Tan exitosa fue esta política etnocida que México exportó la receta a los países de Centro y Sur América y los lideró por muchos años al fundar y dirigir al Instituto Indigenista interamericano (III).
Los objetivos del Indigenismo han sido hasta ahora: A) asimilar culturalmente a los Pueblos Indígenas, esto es, que los indios asimilemos la cultura nacional “dominante” y dejemos de ser indígenas para ser verdaderos mexicanos. Esta política ha sido exitosa para el Estado mexicano. En tan solo 62 años ha logrado eliminar culturalmente a más de 100 Pueblos Originarios, es decir, casi la mitad de lo que lograron 300 años de masacres y dominio español.
Fuente: La Jornada de Veracruz
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