J. Enrique Olivera Arce
Nada que celebrar, en espera del milagro que nunca llega
Magistralmente Eduardo López Betancourt, Presidente de la Barra Nacional de Abogados, diagnosticó el estado que guarda el país, complementando a Cuauhtemoc Cárdenas quien afirmara que México no tiene nada que celebrar con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana (Proceso ).
López Betancourt censurando a magistrados jueces, políticos y legisladores afirmó:
"Como nunca, los principios jurídicos son pisoteados. Los encargados de hacer cumplir la ley actúan a espaldas de la sociedad, se confabulan para el engaño y descarado reparto del botín. Mantenemos un Congreso constituido por pícaros vividores, que no sólo practican el nepotismo más abyecto, sino que son verdaderos engendros de Lémures, en busca del más evidente daño a la comunidad", agregando que “..."mientras el pueblo se ahoga en la desesperación, el desempleo y la miseria, los legisladores inventan, crean e imponen alcabalas sin ápice de responsabilidad. Se dividen la jugosa carnada presupuestal, en base exclusivamente a sus bastardos y despreciables intereses"".
Cruda opinión que muchos mexicanos sin distingo partidista o posición social compartimos. La clase política en su conjunto y salvo honrosas excepciones, se hace merecedora a ella. Pero lo más llama la atención es que con toda desverguenza le preste oídos sordos, persistiendo en la simulación, el gatopardismo, corrupción e impunidad, compañeros inseparables de viaje en la cotidianeidad del quehacer político y el servicio público como segunda piel.
Lo más sorprendente es que la ciudadanía, en su gran mayoría, acepte tal abyección sin parar mientes, como si en cada proceso electoral en el momento de depositar el sufragio guardara la esperanza de ver florecer un jardín entre impúdico y pedestre detritus. Fe, esperanza, y caridad cristiana para con la clase política, sustentadas en el río permanente de demagogia, a la que se le corresponde con indiferencia, sumisión, y agradecimiento por el yugo impuesto. Dejar hacer, dejar pasar, mientras el país se hunde arrastrando a todos por igual.
La aprobación por el Congreso de la Unión de los presupuestos de ingresos y egresos de la federación y, en nuestra isla de la fantasía, el triunfalismo sin sustento del V Informe de Gobierno de Fidel Herrera Beltrán y la criminalización del aborto que desmiente forma y contenido del discurso conciliador del gobernante, que no merecieran de la ciudadanía la más mínima atención son el vivo ejemplo; no obstante el retroceso que ello significa para la vida económica y social de la Nación y, en lo que a los veracruzanos toca, de la entidad.
“Cuidaremos cada peso del presupuesto”, afirma calderón Hinojosa. “Veracruz ya está en las ligas mayores del petróleo”; “Vamos bien y falta lo mejor”, certeza sin sustento del titular del poder ejecutivo federal y del correspondiente de la entidad, que no puede sino inscribirse en las afirmaciones del abogado López Betancourt. Medias verdades y medias mentiras en las que México es simplemente el botín a repartir.
¿Qué sigue? Se preguntan destacados politólogos, analistas e intelectuales que perciben un salto atrás de corte fascista para el país. Seguramente lo que a continuación sigue no tiene cabida en la agenda de la clase gobernante, no le interesa ni le quita el sueño, como tampoco le quita el sueño a la mayoría de una ciudadanía que, en su desventura, confía aún en el milagro que nunca llega.
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Difusión: Soberanía Popular
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