Acuestan en hileras a niños que jugaban futbol, les caminan por encima y cortan cartucho en sus cabezas. Admite capitán las agresiones de los soldados y ofrece castigarlos; fue “un acto bochornoso”. MARLÉN CASTRO, La Jornada Guerrero.
Chilpancingo, 14 de noviembre. Elementos del batallón 41 de infantería del Ejército incursionaron la tarde del viernes en una cancha de futbol en Quechultenango, en la zona Centro, golpeando a un total de 26 jóvenes y niños; uno de ellos, Alberto Lozano, de 14 años, tuvo que ser hospitalizado, narraron habitantes del lugar.
Los militantes, a bordo de vehículos artillados, ingresaron presuntamente para buscar a las personas que les habían disparado al arribar a esa población. La denuncia ya fue hecha ante la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum).
Luego de estar en la cancha deportiva, los militares incursionaron en el barrio Manila, en donde irrumpieron de manera violenta en varios domicilios, derrumbando puertas y golpeando a algunas mujeres que permanecían en el interior.
Tan pronto como los soldados se marcharon, padres de familia y autoridades municipales se trasladaron a esta ciudad a denunciar los hechos ante la zona militar 35 y la Coddehum.
Por la denuncia, hoy a las 10 de la mañana un capitán de la zona militar 35 se presentó en el ayuntamiento a dialogar con los habitantes y representantes del municipio, encabezados por el síndico Eugenio Godínez, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
El militar aseguró que los soldados que cometieron esos atropellos serían castigados. Ante los ciudadanos, calificó la actuación de los uniformados como “un acto bochornoso” y aseguró que lamentaba lo ocurrido.
De acuerdo con las denuncias ciudadanas hechas vía telefónica, los soldados del batallón 41, con sede en esta capital, arribaron a Quechultenango alrededor de las 5 de la tarde del viernes, justo cuando se escucharon unos disparos.
La gente piensa que ellos mismos detonaron sus armas como pretexto para justificar las incursiones violentas en la cancha y a varios domicilios y golpear a los niños, adolescentes y a las mujeres.
En esos momentos, en la cancha de futbol entrenaban equipos de niños de 6 a 12 años y adolescentes de 12 a 18.
Tan pronto como irrumpieron en el lugar, los soldados ordenaron a todos que se tiraran al suelo, bocabajo y en hilera, incluida la menor Yetzally Godínez, de 14 años.
Los uniformados, a base de insultos, querían saber quiénes habían hecho los disparos, y al no encontrar respuestas, comenzaron a golpearlos y a correr encima de ellos, que estaban en hilera y bocabajo.
Un soldado agarró a dos niños –uno de ellos era Alberto Lozano, quien por los golpes fue hospitalizado– los hincó y al tiempo que cortaba cartucho apuntándoles con su arma de grueso calibre comenzó a contar de manera regresiva del 10 al uno.
Al ver esto, la mayoría de los niños se levantaron y corrieron aterrorizados, sin importar que los soldados les pudieran disparar por la espalda.
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