Fuente: La Jornada de Zacatecas
Redacción
Isabel Soto Mayedo*
La Habana. “Es el pueblo hondureño el que mueve la lucha contra la dictadura y definirá su futuro”, aseveró a Prensa Latina la presidenta del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), Bertha Cáceres.
Para ella, como para muchas personas en el mundo, el golpe de estado perpetrado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya, el 28 de junio de 2009, fue una pesadilla inesperada en pleno siglo 21 y más, las represalias desatadas contra quienes enfrentan a sus artífices.
Ejecuciones extrajudiciales, torturas, secuestros y detenciones están a la orden del día en el país centroamericano, pero eso no rompe la tibieza de lo que Cáceres identificó como “comunidad internacional institucionalizada”.
“Los golpistas han violado, perseguido, apresado, matado; sin embargo, no vemos que la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la de Estados Americanos (OEA) hagan algo radical contra ellos”, opinó la joven.
Dispuesta al diálogo –sin ocultar preocupaciones por la suerte de sus hijos y su madre que quedaron en Honduras– confirmó las informaciones sobre los asesinatos de adolescentes negados a unirse de manera forzosa al Ejército.
Las cárceles hondureñas estaban repletas de jóvenes, acusados o simplemente sospechosos de ser miembros de pandillas o maras, recordó. Los golpistas sacaron a cientos de las celdas a condición de enrolarse en las fuerzas encargadas de reprimir al pueblo en pie de guerra, explicó.
Ellos, junto a otros reclutados en estas semanas en las calles, fueron trasladados a bases de entrenamiento de batallones criminales como Los Cobras y algunos de los que intentaron escapar terminaron ejecutados, añadió.
Dirigentes del Frente Nacional contra el Golpe de Estado, creado por el pueblo el domingo fatídico, frente a la Casa Presidencial, acopian evidencias contra los represores, aseveró. Es difícil precisar cifras porque la magnitud de la violencia contra la ciudadanía y la censura impuesta obstruyen la labor, agregó.
Inesperada fuerza social
Expuso que gran parte de los medios de comunicación, apegados al gobierno de facto, encabezado por Roberto Micheletti, procura en tanto vender la imagen de una situación bajo control.
Los oligarcas jamás esperaron una respuesta tan fuerte del pueblo y es probable que hasta quienes nos respaldan en esta lucha inicialmente se sorprendieran de la fortaleza demostrada por los movimientos sociales hondureños, consideró Cáceres.
De acuerdo con la dirigente popular, la única solución posible al conflicto interno en su país es el retorno y reposición de Zelaya. “La lucha apenas comienza. Apostamos al sueño que nos han quitado”, sentenció y aseveró que si el mandatario legítimo logra retornar al cargo, su pueblo le permitirá gobernar por el tiempo establecido, sin considerar los meses que le robaron los golpistas.
En una asamblea, efectuada el 6 de septiembre, centenares de representantes de organizaciones de la resistencia en los 18 departamentos del país, acordaron desconocer las elecciones generales del 29 de noviembre, convocadas por los autores del golpe militar, refirió.
De igual forma, determinaron repudiar a los candidatos de la reacción y desconocer los resultados de los comicios, si llegaran a efectuarse sin restablecer el orden constitucional, porque ello sería “la legalización de la violencia militar contra el Estado”.
“Con o sin la restitución de Zelaya, nos preparamos para la instalación de una asamblea nacional democrática, con representación de todos los sectores sociales, que impulse la adopción de una nueva Constitución”, explicó Cáceres.
La reforma de la Carta Magna deberá garantizar la recuperación de los derechos humanos, de las riquezas, la capacidad de definir el desarrollo y legitimar los derechos de las mujeres, apuntó.
“Nos tienen miedo…”
Desde el madruguete de junio, féminas de todas las edades, estamentos sociales, y etnias se lanzaron a las calles para defender la institucionalidad coartada por los militares entrenados en la Escuela de las Américas y la élite sociopolítica, recordó.
Cáceres, digna representante de esa parte de la población tradicionalmente discriminada, cuya contribución a la resistencia poco se menciona, pronosticó un recrudecimiento de la represión y de la militarización en el país. “Los oligarcas tratarán de avanzar más en su proyecto y en la misma proporción surgirán otros escenarios de lucha, todavía por manifestarse”, vaticinó.
En su alocución ante el octavo taller sobre Paradigmas Emancipatorios, celebrado este mes en la capital cubana, Cáceres había agradecido la solidaridad de cientos de integrantes de movimientos sociales populares del continente y de países como Cuba y Venezuela.
Mientras denunciaba las atrocidades cometidas por los golpistas –frente a integrantes de agrupaciones feministas, indígenas, académicos y otros impulsores del cambio social en la región– cobraba forma la voz de un pueblo convencido de la justeza de su lucha.
“Nunca pensaron en una resistencia tan fuerte del pueblo, y menos que éste fuese capaz de enfrentarlos tanto tiempo con su creatividad y demostrando una fuerza impensada”, afirmó henchida de orgullo en la inauguración del foro.
En nombre de los que quedaron en las calles hondureñas, enfrentando la violencia policial, los gases lacrimógenos, las porras y todo tipo de presiones, la joven reiteró: “nos tienen miedo, porque no tenemos miedo”.
El estribillo de la canción, convertida en himno de guerra contra el golpe, resonó en el salón en la voz de Cáceres y dejó la certeza entre los asistentes de que hondureñas y hondureños lucharán hasta restituir al único de sus presidentes que escuchó a los excluidos y olvidados. (PL)
* Especialista en temas de América Latina y el Caribe
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