Fuente: La Jornada de Zacatecas
Redacción
Carlos Fazio
MEXICO, DF Con la llegada del embajador Carlos Pascual a la mision diplomática de Estados Unidos en México, la deconstrucción del Estado en esta nación latinoamericana podrá entrar en una fase de aceleración.
Por su perfil político e ideológico, Pascual, de origen cubano, no es sólo un diplomático intervencionista como fueron otros embajadores estadunidenses recientes en México, por ejemplo, Joseph Jova (1974-1977) o John Dimitri Negroponte (1989-1993).
Se trata, además, de un teórico del modelo político neoliberal, que se ha ido edificando como corolario del económico, y que ha puesto en práctica el desmantelamiento de estados nacionales.
La gráfica de la llegada al país de Carlos Pascual, el 9 de agosto, descendiendo sólo un paso atrás del presidente estadounidense, Barack Obama, por la escalerilla del Air Force One, en el aeropuerto de Guadalajara, encierra un mensaje simbólico.
Asimismo, la primera declaración pública del diplomático, un día después, sin que existiera registro alguno de la presentación oficial de sus cartas credenciales ante el presidente de México, Felipe Calderón, exhibe sus rasgos de proconsul.
Máxime, cuando habló ante los medios locales sobre el papel que le corresponde jugar a las fuerzas armadas mexicanas en la lucha contra el narcotráfico.
Conocido por su fanatismo en imponer el modelo neoliberal a países considerados por Washington como Estados fallidos, Pascual, quien nunca ha ocupado un cargo relacionado con América Latina fue, en 2005, fundador-director de la Oficina de Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado.
Con tal carácter trabajó en estrecha colaboración con el Consejo Nacional de Inteligencia, y diseñó una lista de “países de alto riesgo” susceptibles de ser intervenidos con equipos de respuesta rápida en una etapa de preguerra, y de movilizarse y desplegarse velozmente cuando el conflicto lo requiera.
Como dijo entonces la intelectual y activista canadiense Naomi Klein, “acorde a un gobierno (el de George W. Bush) que se dedica de manera perpetua a la deconstrucción preventiva, ahora tenemos una oficina para la reconstrucción preventiva”.
Diseñados por Pascual, los equipos de “estabilización y reconstrucción” están a cargo de compañías privadas, organizaciones no gubernamentales y miembros de think tanks (o tanques pensantes, grupos de asesores o instituciones encargados de investigar y resolver ideas).
Un caso típico de Estado fallido ocupado militarmente y “reconstruido” por Washington es Iraq, salvo que allá, los únicos resultados tangibles hasta ahora son el contratismo corrupto, el saqueo de la economía
y el control de su reserva petrolera. Desde su oficina de inocuo título, en estrecho nexo con el Pentágono, Pascual identificó 25 países “maduros” e importantes, proclives a ser invadidos y ocupados por Estados Unidos.
Las identidades de los países que figuraban en la lista de Pascual se mantuvieron en secreto, pero se supo que se encuentran en regiones clave, productoras de hidrocarburos en Medio Oriente, la cuenca del Cáucaso y Africa occidental.
No se sabía si países latinoamericanos productores de petróleo, como México y Venezuela, estaban incluidos.
La llegada de Pascual como nuevo embajador de Estados Unidos en México despeja esa duda e ilustra el continuismo entre las administraciones Bush y Obama.
Tony Garza, su antecesor en el cargo, vino por la contrarreforma en Petróleos Mexicanos (Pemex), Pascual por el resto. A ver si puede. (PL)
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