Fuente: La Jornada de Zacatecas
Redacción
Gabriela Guerra Rey*
–Primera de dos partes–
MEXICO, DF. Aunque el trasiego de drogas desde Centro y Sur América ya existía desde viejos tiempos, el neoliberalismo trajo consigo la formación de los cárteles de la droga y el desarrollo de grupos armados que mantienen a México en un estado permanente de inseguridad.
En estos momentos se declara que este país está en pie de guerra con el auge de las diferentes corrientes de traficantes, que transportan armas y personas; y mueven, producen y consumen enervantes, con todas las consecuencias fatales que esto implica para la sociedad.
Durante el mandato del presidente Felipe Calderón se mezclan dos crisis, la de inseguridad y violencia, que el gobierno achaca al narcotráfico, y la económica, vinculada a la debacle de los mercados globales.
Sin embargo, advierte el especialista Hugo Rosell, ambas consecuencias son dependientes también de las malas estrategias nacionales y tienen una causa común, la implantación de políticas neoliberales a partir de los años 70 del siglo XX, que cambiaron la situación interna del país.
En exclusiva para Prensa Latina, Rosell, representante del Centro de Investigación Laboral y Estudios Sindicales (CILAS), destacó que es precisamente en esa fecha en que los traficantes de drogas se organizan, dan fuerza y desarrollan diversas gamas de la delincuencia, como la piratería y el movimiento de migrantes.
Poco a poco se va dando paso en México a lo que hoy se denomina crimen organizado, y que tiene tanta fuerza como en otros países del continente, que históricamente padecieron estos males y la violencia asociada.
Los orígenes de los cárteles en México Sin dudas, asegura el politólogo del CILAS, la conversión de México desde un territorio de tránsito, a uno de consumo, avaló el desarrollo de ese crimen que hoy se organiza y arremete contra las más altas instancias estatales, a la vez que las penetra.
Crimen que tan sólo en lo que va de 2009 ya dejó alrededor de 4 mil muertos y se instala en los tres niveles de gobierno y los corrompe, limitando las posibilidades reales de desarrollo de esta nación.
Antiguamente eran los cárteles colombianos, los más famosos del continente, los que utilizaban el territorio mexicano para mover su droga rumbo al mayor mercado, fronterizo al norte, rememoró Rosell.
En ese entonces los pagos eran en dinero y la situación estaba bastante controlada, sin embargo los conflictos ganaron complejidad cuando el pago a quienes la transportaban comenzó a ser en estupefacientes, que a la vez había que vender y convertir en dinero.
Así fue como México, a finales del siglo XX, y luego de haber superado muchos rasgos comunes del subdesarrollo en Latinoamérica, se integró a los países con mayores problemas de este tipo.
El país se convirtió en consumidor y en su territorio esos grupos comenzaron conflictos por mercados para la venta de esa droga, explicó el politólogo a esta agencia.
El narcotráfico, que antes fue un negocio alejado de la sociedad, ahora la invadía, agregó.
Según Rosell las bandas armadas al servicio de narcotraficantes fueron pasando de vigilar pistas de aterrizaje clandestinas a convertirse en grupos de combate que se disputan los caminos para pasar la frontera hacia Estados Unidos, los mercados internos de venta y el poder necesario para dominar esta industria, la más lucrativa de los negocios ilícitos en México y el mundo.
Grandes ejércitos existen ya en la actualidad, que aprovechando su capacidad han diversificado operaciones hacia el secuestro, la extorsión, la piratería, la trata de personas (el tercero que aporta mayores beneficios, luego de las armas), entre otras actividades.
El dinero les ha dado poder, y el poder autonomía y mayor capacidad operativa, explicó el también periodista, colaborador de importantes medios de prensa.
Narcotráfico negocia con el poder Hay en esta panorámica otro asunto de relevancia, y es la filtración que se ha dado hacia el gobierno, a veces simplemente mediante negociaciones.
Antes de que el Partido Acción Nacional (PAN) asumiera el poder, con la llegada del siglo XXI, varias décadas de mandato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvieron controlada la violencia, circunscrita sólo a algunas ciudades, gracias a los acuerdos con las autoridades de alto nivel.
La práctica era sencilla, el gobierno permitía las drogas impunemente a cambio de que los cárteles no exacerbaran el terror, mientras los órganos de poder atacaban a algunos grupos para que el mundo viera la efectividad de México contra la delincuencia que se estaba organizando, acotó el investigador del CILAS.
El propio Estados Unidos certificaba la lucha mexicana contra las drogas para establecer apoyos económicos. Pero hoy todo cambió, y el asunto no parece tener salida efectiva, al menos en los próximos años.
Al incrementarse la operatividad militar de los cárteles, el narcotráfico se vio en condiciones de enfrentar al gobierno y ya no hicieron falta los acuerdos, indicó Rosell, y dejó abierta una pregunta con respuesta evidente: “¿Para qué negociar si pueden imponer sus condiciones por la fuerza?”
* La autora es corresponsal de Prensa Latina en México
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