Por: Francisco Rodríguez
¡SOS! ¡SOS! ¡SE ahogan las reformas del señor Felipe Calderón para privatizar los recursos petroleros de
Entre dos aguas, la del tsunami negro-amarillo sobre el que surfea Andrés Manuel López Obrador y que consiguió la apertura de los foros donde las mismas resultaron reprobadas, y las de la marea alta levantada por el priísmo encabezado por Manlio Fabio Beltrones, que ha presentado un paquete de posibles reformas que van más allá de las anodinas –y reaccionarias— que salieron de Los Pinos.
A pique, y con destino a aguas profundas –pese a que nunca abandonó el puerto--, están ya la iniciativas del señor Calderón, quien como almirante del paquebote USS The Winner y que hoy también hace agua, fue incapaz de soltar los lastres que le han significado los actos de corrupción en los que está envuelto su primer grumete, el cadete naval Juan Camilo Mouriño, y los interminables pleitos y diferencias en los que están embarcados sus oficiales Kessel y Reyes Heroles Jr.
No son de desdeñar en esta desgracia, los papeles que en esta suerte de comedia de equívocos desempeñaron los marineritos Martínez Cázares, Creel, Madero III, y aún Larios, quien tiene las barbas en el agua, remojándose, desde la defenestración de su homólogo desde la cubierta superior.
Hace agua el calderonismo entero. Tapados de agua, peor aún, estarán quienes profesan esa fe durante los siguientes días, cuando, otra vez, el tsunami que le presenta una real y efectiva resistencia vuelva a arrasar con los resultados de la consulta popular, cuyo inicio está programado para este próximo domingo y que se prolongará durante agosto venidero.
No son fortuitas, por ello, las maniobras que con desesperación se observan en el puente ¿de mando? Se ha ordenado, desde ahí, que echen al agua los botes salvavidas. Y se ha encargado a Georgina Kessel que, megáfono en mano, ordene el abordaje bajo el grito de que las iniciativas de Calderón y la de Beltrones son casi casi hermanas siamesas… aunque los observadores de esta especie de carrera de veleros se percaten de que el del velamen tricolor tiene más porras, menor carga antinacionalista y, por ende, va más ligero hacia la meta de la aprobación mayoritaria.
Menos osado, quizá por inseguridad más que por tímido, Gustavo Madero, se ha 'pegado' al sistema de radionavegación lanzando gritos de ¡coincidencia!, ¡coincidencia!, aunque los receptores más bien registren ecos del Titanic: ¡mayday!, ¡mayday!
Y dada su condición de lastre, nada extraño resulta que hasta el momento de escribir la bitácora de este hundimiento más que anunciado, el grumete Juan Camilo Mouriño no haya salido a cubierta, cuando menos a broncearse la tez. Y eso que en su contratación reciente, aparecía como cláusula principal que él se encargaría de soltar las amarras que permitieran al paquebote USS The Winner cuando menos zarpar.
Pero nada. El navío en el que embarcaron al calderonismo se va a pique. Sin siquiera moverse.
Y aún en puerto, va directo a aguas profundas, ¿verdad?
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