domingo, 22 de junio de 2008

NAUFRAGIO DEL MERCADO


Gerardo Fernández Casanova

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Está resultando cada día más difícil para los fundamentalistas del dios mercado ofrecer soluciones, mínimamente eficaces, a los conflictos que su idolatría ha provocado. Hoy el mundo entero registra movilizaciones que, aún siendo de índole distinta y hasta contradictoria, expresan la incapacidad sistémica para procesar las alzas de los precios de los alimentos y los energéticos, así como los derrumbes de los bienes raíces y del dólar. La deliberada reducción de la capacidad de los estados nacionales se hace patente cuando la supuesta libertad comercial genera excesos que atentan severamente contra la vida misma de grandes conglomerados o cuando, en contradicción, se atenta contra las expectativas de ganancia de minorías privilegiadas. Así, nos encontramos con paros de transportistas europeos y asiáticos afectados por el alza de los combustibles; manifestaciones violentas de protesta por el alza del los alimentos o paros patronales contra medidas fiscales que buscan gravar la utilidad excesiva de los grandes productores de cereales. En todos los casos se afecta uno de los dogmas básicos del libremercantilismo neoliberal: los precios se determinan exclusivamente por el libre juego de la oferta y la demanda y, además, se deben igualar al nivel internacional. Conforme a esto, no se vale que un país productor de alimentos o de energéticos los venda baratos en su propio mercado, en cuyo caso se cometería el pecado mortal de subsidio. Voy a analizar dos casos significativos.

1.- Argentina lleva tres meses de un feroz combate entre el gobierno encabezado por Cristina Fernández y las grandes empresas agrícolas, provocado por la decisión de la primera por establecer gravámenes (retenciones) a la exportación de alimentos, de manera de reducir el impacto del alza de sus precios sobre la oferta doméstica. El caso es patético. El campo argentino, cada vez más controlado por los grandes consorcios que dominan el mercado internacional de alimentos, registra una enorme utilidad con la exportación y somete al consumidor local a pagar el mismo precio que si fuera importado. El conflicto ha llegado al extremo de generar escasez de alimentos en el país que es granero del mundo. Los estancieros o hacendados han realizado cortes de rutas y organizado cacerolazos en demanda (y chantaje) para derogar la medida fiscal, contando con su gran capacidad económica para intentar imponer su interés por encima del nacional y, casualmente, han contado con la simpatía de la derecha local e internacional, incluidos sus medios masivos de comunicación, al grado de adquirir carácter de golpe de estado contra el gobierno legítimo. Este martes, la Presidenta argentina hizo gala de tolerancia y autoridad, anunció que someterá a la discusión en el Congreso su disposición fiscal, al efecto de convertirla en ley constitucional no sujeta a la negociación, al mismo tiempo que el Partido Justicialista convocó a una manifestación multitudinaria en apoyo a la disposición presidencial, con lo que espera dotarse de la institucionalidad suficiente para ejercer legítimamente la autoridad y someter a la minoría desestabilizadora. Incluso en un esquema capitalista keynesiano, se antoja que el conflicto se resuelva con la monopolización estatal de las exportaciones de granos y alimentos, como sucede con el trigo canadiense. En cualquier circunstancia, el tema de fondo es la inoperancia del modelo del libre mercado globalizado.

2.- El debate respecto de la iniciativa de Calderón para modificar el régimen de explotación petrolera, ha sacado a la luz que, en apego estricto al mismo principio del libre mercado global, la subsidiaria PEMEX Exploración y Producción tiene que vender el crudo a la subsidiaria responsable de la refinación al precio internacional, en virtud de lo cual su operación resulta de baja rentabilidad. El dogma neoliberal juzgaría como un subsidio que, en aras de satisfacer localmente la demanda de gasolina y diesel, se contabilizara un precio idóneo a la materia prima de producción doméstica. Es por este argumento falaz que no se construye una refinería de petróleo en México desde hace más de veinte años. Me parece que se trata de un verdadero fundamentalismo dogmático, enarbolado por la caterva tecnocrática que nos dice gobernar, que dejará de tener sentido cuando, de prosperar la perversa iniciativa, la refinación corra por cuenta de la Exxon o la Repsol. Por ahí apunta la realidad, todo el rigor neoliberal, si se trata de empresas estatales, y toda la manga ancha si de trasnacionales fuera. Calderón viaja a España y recibe el trato caluroso del rey y de Rodríguez Zapatero, lleva su portafolio lleno de ofertas de oportunidades de negocio en México para los capitales españoles, incluido el de los energéticos. Cumple con su cometido de pagar los compromisos adquiridos por el apoyo al fraude electoral. ¿Podrá olvidarse?

El régimen argentino dista mucho de ser socialista o de izquierda pero, por lo menos, es congruentemente nacionalista. El régimen fraudulento mexicano es claramente capitalista y de derecha, pero de ninguna manera es nacionalista. Esto marca la relatividad con que habrá de juzgar los cortes de ruta y los paros que se dan hoy en Argentina, respecto de los que los mexicanos vamos a tener que practicar en el caso de que la tozudez gubernamental pretenda imponer sus reformas a la operación exclusiva del estado en materia petrolera. Puede ser que los instrumentos sean los mismos, pero será clara la diferencia de los motivos.

¡Tan sencillo que hubiera sido el recuento de los votos!

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